Nuestro país es utilizado con frecuencia como lugar ideal para vacaciones, luna de miel, en el Caribe. Con frecuencia vemos en otras latitudes fotos de paisajes de playa y sol, que representan las principales características del trópico. Son muchos los que, cuando dices que eres dominicano, cambian el rostro y te dicen “qué envidia me da esa isla”, “ustedes deben vivir felices, todo el año con un mismo clima, el cual les permite vivir de forma libre, sin tener que cubrirse la mayoría de los meses con abrigos para contrarrestar bajas temperaturas, mientras ustedes caminan a su bola”. Cuando estás en un aeropuerto, te das cuenta desde lejos cuando un grupo es nuestro, y es precisamente por lo que nosotros mismos vivimos criticando, aunque todo debe tener un límite, que la espera la convierte en un compartir ameno, donde son muchos los que terminan pasándose sus contactos y se crean nexos de amistad permanentes en minutos.
Nunca, hasta hoy, al pensar esto había recibido un sensación de alegría y orgullo de pertenecer a ese grupo y tener esa chispa y característica social nuestra, la cual hace falta a aquellos tan avanzados, civilizados, evolucionados…
Tenemos la gran oportunidad en este tiempo de sacar todo eso señalado a nuestro favor, para que, de la mano, entre todos, autoridades, iglesias, vecinos, amigos y nuestras familias que es de donde vamos a apalear este desafío de seguir adelante sin dejarnos arropar y no seguir permitiendo que las amenazas generadas por un manejo exagerado en redes sociales y, por qué no, hasta por los grandes científicos que hoy se contradicen, nos sigan llevando a estados emocionales de angustia, temores y fobia colectiva.
Aquietarse y usar la razón es la base para tomar decisiones aun en las cosas más irrelevantes de la cotidianidad de manera coherente y certera. Ante cualquier amenaza, situación de riesgo o peligro es normal que nosotros los individuos sintamos temor, especialmente a lo desconocido. Sin embargo, por muy desconocido que sea un evento o situación, si tratamos de hacer lo que tantas veces hemos hecho frente a tantas circunstancias que hemos vencido los dominicanos, ya está ganada la batalla.
La base fundamental que tenemos nosotros como nación, y quiero resaltar en mi calidad de cristiana además de psicóloga, es la fe en Dios, quien nunca ha perdido una batalla. Estamos en sus manos.