“ Si supieras cómo me rinde todo en la casa y lo que me estoy ahorrando cada mes”, “Por mucho tiempo desayunaba cuando me iba al trabajo o al llegar a la oficina”, “A veces consentía un permiso a mi hija de 16 años como respuesta rápida por el ajetreo diario, y luego teníamos problemas por luego tener que cambiar de opinión”. Sé que la gran mayoría se identifica con estos análisis con los cuales ejemplificamos para iniciar los grandes cambios operados en este tiempo, el cual divide la humanidad en un antes y después del COVID-19, que yo le llamo el “encargado de romper paradigmas” sentados en la vida de la gran mayoría.
No podemos negar los daños y pérdidas de vidas del mundo y en nuestro país, crisis familiares que han traído un aumento en violencia intrafamiliar sin importar clase social, en virtud de que se han tomado medidas las cuales obligan a estar todos en casa, en ocasiones, como los primeros meses de manera permanente, con apenas salidas esenciales como médicos, supermercados y de nuevo recluirnos en el hogar. Ahora bien, entiendo que la sacudida ocasionada de tener que estar cara a cara, también ha producido el poder, como si fuera un lente colocado en nuestra mente, de ver cuánta necesidad de estar juntos, compartir, existía en el lugar más íntimo, de mayor importancia que es la familia. Me ha tocado trabajar con muchas crisis, pero también poder ver que en medio de estas se fueron estableciendo cambios que han ido llenando las demandas de los miembros que interactúan, padres, hijos, cónyuges, que probablemente sin estas condiciones obligatorias nunca se hubiesen dado. Si bien es cierto que en este momento no sabemos cuáles son mayores, si las secuelas físicas o emocionales que ha dejado la situación, no es menos cierto que también ha provocado y permitido una enseñanza en todas las generaciones que la hemos atravesado. Vivir con menos, momentos donde el dinero no te ha servido para nada, el abrazo que por la misma necesidad quieres dar no has podido, la visita al abuelo, a papá y mamá, y qué no será al tío, prima con quien te criaste, terminaba el año y solo decías “Señores, como se me fue el tiempo y apenas les he podido ver”. Hoy se retoma el valor, prioridad, necesidad, importancia que tiene precisamente el mantenerlos cerca. Qué no será a los hijos, apenas se les podía atender.