Construcciones en toda la ciudad, carros y motocicletas sin mufflers que generan aun alto nivel de ruido que se desplazan permanentemente en nuestras calles sin importar hora del día o la noche, sumado a que aunque se han tomado medidas en cuanto a los colmadones y bares, tenemos la modalidad de que en cualquier lugar, especialmente estaciones de combustible o esquinas de calles y avenidas importantes, sin discriminación de sector, se reúnen personas de todas las edades, la mayoría jóvenes, acompañado con la ingesta de alcohol y todo lo demás, con bocinas en sus vehículos que provocan ruidos cuyos decibeles sobrepasan la tolerancia del oído humano, cuyo nivel máximo no debe ser mayor de 65db a 70db, lo que ocasiona graves daños a salud física y mental de nuestra población. Se ha vuelto cotidiano en zonas muy residenciales, donde dormir, aun con aire acondicionado y ventanas herméticamente cerradas, se ha vuelto un imposible, llevando a la desesperación a las familias, lo que conlleva a ser casi invivible aun dentro de su propia casa, convirtiéndose en un detonante de un mayor índice de violencia y agresividad en el desenvolvimiento diario. Llegar a tu casa luego de una ardua jornada laboral, donde esperas obtener el descanso merecido y encontrarte con este escenario, y lo que es peor aún, cuando llamas para recibir asistencia al 911, no recibes el apoyo necesario según las propias leyes, genera en el individuo un sentimiento de frustración e impotencia que agranda aún más el daño ya ocasionado.
En este preciso momento estamos atravesando todos por experiencias que han sido funestas, las cuales tenemos que detener, y como en columnas anteriores hemos escrito, las soluciones de los problemas sociales deben buscarse de manera conjunta entre la ciudadanía y las autoridades pertinentes. Este fin de semana visité una comunidad lejana, un pueblo pequeño, y era imposible mantener una conversación, precisamente por ruidos de motores y “musicones”, viéndonos obligados a pasar al patio trasero, cuando estábamos reunidos entre amigos y familiares con el objetivo de compartir ese sábado en la tarde.
Creo que llegó el momento de hacer un alto al camino, evitar cosas como estas que sí están en nuestras manos, y dejar de no dormir por miedo a un terremoto a un tsunami, cuando como población nos estamos destruyendo y dañando unos con otros. Sé tú parte de esto, involúcrate, aprópiate, y dirige la queja a las autoridades correspondientes, que esto no parezca un problema de unos pocos.