“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres…” (Colosenses 3:23). Desde pequeña, escuchaba a mi padre repetir la frase: “Si limpias zapatos, hazlo bien y nunca te faltarán clientes”.     Aunque este principio es simple, el mismo me sirvió de base para toda la vida, entendiendo que en las cosas que emprendemos, aun las más sencillas, debemos dar lo mejor de nosotros.

Si hay algo en lo que hoy invierten millones las grandes empresas, es en charlas, seminarios, cursos motivacionales, a través de los cuales sus empleados puedan dar calidad en servicio a los clientes. Se busca explotar la potencialidad de los individuos y con ella obtener los mejores resultados para la empresa. No obstante, aparentemente hay un descuido en el día a día con las personas que no tienen posiciones de alta relevancia en las mismas, las cuales, sin embargo, son el rostro a través del cual son proyectadas. Desde la persona que toma el teléfono, la cual a veces se siente tan desmotivada al hablar, que uno entiende no estar llamando a una empresa. Pero, esto no es asunto de conferencias ni de entrenamientos, sino más bien, de que los individuos entiendan que donde están colocados deben dar y ofrecer lo mejor de sí mismos.

He observado, que son muchas las personas que no están de acuerdo y contentos en las posiciones que se encuentran en sus puestos de trabajo. El conserje está disgustado con su puesto, la secretaria tampoco quiere ser secretaria, el gerente quiere el puesto del director y, éste, el del presidente de la institución; y, todos inconformes por lo general con los dueños.

Aparentemente es un mal común, a través del cual se percibe como si estuviese la gente disgustada porque se le paga para trabajar; razón por la cual, entendiendo, claro está, que todos debemos tener metas y aspiraciones de crecer, pero, paradójicamente, haciendo con mediocridad y desmotivación el trabajo que toca, se aleja la posibilidad de poder llegar a posiciones mayores. Basta entender que tú eres parte de esa institución o empresa y, más que esto, que de ti depende el éxito de la misma, que por ende es también el tuyo. Es la mejor retroalimentación para cada día.

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