Estamos viviendo la etapa donde el hombre tiende a exigir como nunca lo que es su libertad. Se habla de libertad de expresión, libertad de culto y todas las demás, de las cuales puede disfrutar el hombre de hoy. En nuestro país, hace muchos años que hombres valientes pagaron el precio para que hoy nosotros como nación fuésemos verdaderamente libres. En nuestro escudo quedó escrito nuestro lema: Dios, Patria y Libertad.
Dios nos llama a ser libres. En la Biblia dice: “Porque vosotros, hermanos, a la libertad fuisteis llamados” (Gálatas 5, 13). Por tanto, nosotros como seres humanos tenemos el derecho a ser libres, claro está, aprendiendo a hacer uso de ello sin confundir esto con el libertinaje.
En medio de todas estas demandas de libertad quiero revisar un sentimiento que mantiene en cautiverio a muchas personas: el rencor. Éste forma una especie de prisión, manteniendo a las personas cautivas, perturbadas y amargadas. Son muchos los individuos que llevan consigo este sentimiento, con el cual viven resentidos con padres, hermanos y, en ocasiones, con la sociedad.
Por lo general el rencor es difícil de admitir y, sea de manera consciente o inconsciente, tratamos de negar lo que sentimos nosotros mismos.
Desgraciadamente, el mismo daña y corroe precisamente a quien lo siente. Son muchas las enfermedades físicas o psicológicas que serían sanadas con solamente “matar el rencor”. También sostiene la Biblia: “El corazón alegre constituye buen remedio, más el espíritu triste y amargado seca los huesos” (Proverbios 17: 22). Con esto vemos la necesidad de cambiar este mal por uno que devuelve tantas cosas y que no nos cuesta nada: el perdón.
Es probable que al revisar tu interior a partir de este momento, empieces a encontrar situaciones que te han mantenido preso en tus propias redes, lo que quizás por años ha imposibilitado que llegues a ser verdaderamente libre. Se lucha mucho por la libertad, pero las calles están llenas de personas que sin darse cuenta, están atadas, encadenadas y privadas de todo tipo de libertad.
El rencor o resentimiento, no ata a la persona hacia la cual está dirigido el sentimiento, por el contrario, destruye, imposibilita y daña, privando de todo tipo de libertad, nada más y nada menos que al mismo que carga con este. ¡Libérate hoy!