“ “Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna.” 1 Timoteo 2:1-2 NVI.
Si hay algo por lo cual doy gracias a Dios, es por vivir en un país con libertad de culto. Hay lugares donde no solo se prohíbe hablar de Dios, sino que te quitan la vida por hacerlo, cosa que ha provocado terribles tragedias en todo el mundo. Somos una nación de hombres y mujeres creyentes, donde miles y miles cada día oran antes de salir a las calles, las cuales se han convertido en foco de angustia para todos por el alto nivel de violencia callejera que en estos momentos nos azota. Esta semana quiero hacer un llamado a todos aquellos que, como yo, han entendido que nuestra fuente de poder es la oración y que el Señor nos manda a orar por nuestras autoridades, especialmente nuestros presidentes, para que dirijan con sabiduría, y sea Él quien les guíe, aun en ocasiones que ellos mismos no entienden.
Ayer fue asignado un nuevo jefe de la Policía. En unidad, todos los cristianos intercedamos cada día para que estas nuevas autoridades, en cuyas manos se ha colocado la gran responsabilidad de mantener el orden público, lo hagan a la excelencia, como compromiso diario, de la misma manera que lo hacemos por nuestros hijos, familiares, amigos y, aun siendo duro, por nuestros enemigos, que a veces están dentro de nosotros mismos, cosa que es difícil de aceptar en nuestra humanidad. La biblia también nos enseña a bendecir a los que nos maldicen, y aunque esto es muy difícil, es necesario para nuestra sanidad interior y la de nuestras familias. Desde hoy asumamos como principal colaboración la oración intercesora día a día, para que logremos cambios tanto en el grave problema de violencia callejera, como en la recuperación del respeto entre todos nosotros en nuestras calles. De verdad que es más que necesario recuperar el respeto a las autoridades, ya que a veces me pregunto, hasta dónde y cómo se desmotivan para seguir adelante sus responsabilidades. Ante todo, son humanos primero que policías; por tanto, como tú y yo, tienen las mismas necesidades a llenar, familias a quienes cuidar y vidas propias que preservar. Si bien es cierto que existen hombres no aptos para el ejercicio de sus funciones dentro de las filas, no es menos cierto que son más los que sí lo son.