Orientar, advertir y enseñar a nuestra sociedad, entendiendo que es desde la familia que hay que trabajar, ha sido el enfoque de esta columna desde sus inicios. Como su nombre indica, es por la familia y es con ella que debemos iniciar todo proceso de cambio, y así con ello llegar a tener una sociedad encaminada cada día a ser mejor. Nuestro país, como en el mundo, está atravesando por situaciones que solamente entre todos, unidos y bajo un mismo objetivo, podemos enfrentar. Cuando observo pugnas, enfrentamientos y ataques entre instituciones, grupos sociales, autoridades, entre otros, me pregunto, ¿hasta dónde se pierde tiempo para llegar a estrategias y soluciones de los eventos que a diario se presentan ante nosotros?La familia está expuesta a múltiples situaciones que ponen en riesgo la estabilidad emocional, es decir, la salud mental de la misma. Hay un elemento delicado y silente que, por generaciones, ha estado dentro de esta, y es el peligro que existe en la interacción entre los niños y personas cercanas y de “confianza”. Dando seguimiento a los últimos hechos de abuso sexual en niños y adolescentes, se puede notar que en todos ellos hay un elemento común. Esto es que, los agresores, son individuos de absoluta confianza y en cuyas manos son depositados sus hijos.
El peligro de este tipo de individuos es que, a diferencia de otro tipo de patologías psicológicas y psiquiátricas, las cuales son notorias y estigmatizadas, estos no muestran, por lo general, ningún tipo de síntoma y contrariamente suelen ser personas supuestamente ajustadas, estables, de liderazgo y aparente sensibilidad hacia esta población tan vulnerable e influenciable, como son niños, niñas y adolescentes. Cuando aparecen denuncias como las que hemos ido viendo en los últimos días, han sido sorpresa para la familia y la sociedad, cuando se investiga el tipo de vida que ha llevado esa persona es común la respuesta de no entender cómo logró hacer eso, porque nunca dio señales ni lugar a dudas de que este individuo jamás pudiera ser un peligro de este tipo. Que todo esto, en vez de pánico, traiga conciencia en manos de quién depositamos nuestros niños.