Espero que no sea tarde

Como patrón común, las personas escogen los primeros días de enero para externar sus buenos deseos para consigo y los demás.
Es el tiempo preciso para formular peticiones y adoptar sus resoluciones.

Como patrón común, las personas escogen los primeros días de enero para externar sus buenos deseos para consigo y los demás.
Es el tiempo preciso para formular peticiones y adoptar sus resoluciones.

Como si se tratara de un renacer, de una nueva vida, como si todo el pasado quedara atrás, al pasar la medianoche del 31 de diciembre a la primera hora del primero de enero, nos proponemos ser mejores y hacer mejor las cosas, esforzarnos más, dejar ciertos malos hábitos, adoptar otros más convenientes, comer mejor, llevar una vida más saludable, perdonar y perdonarnos algunos errores.

Es justo cuando el reloj nos indica que se nos agotaron otros 365 días, cuando comenzamos a cuestionarnos sobre el tiempo que perdimos, el que mal empleamos.

Nos lamentamos por las oportunidades que desperdiciamos y aquellas que no aprovechamos al máximo.

Nos arrepentimos de algunas actitudes que nos hicieron perder el afecto de aquellos que nos estimaban.

Asimismo, la primera hora de cada enero nos abre las puertas a nuevas oportunidades. Nos regala un nuevo tiempo para corregir y para corregirnos, para llevar una vida más saludable física y espiritualmente.

Es entonces cuando comenzamos a diseñar la que será nuestra agenda de vida durante el nuevo año.

Casi de forma mecánica, hemos convertido la primera semana de cada enero en el punto de partida hacia nuevas metas y propósitos. Quizás por ello, alguno creerá que por no hacer este ritual en la fecha establecida, ya no tendrá tiempo para reempezar.

Para mí, todos los días debemos luchar por alcanzar nuevas metas, por ser mejores y hacer mejor las cosas.

Así es que durante estos 365 días me demostraré que aprendí de mis errores, que cada día subo un nuevo peldaño como ser humano, que aunque no es sencillo, soy capaz de perdonar y de perdonarme.

Quiero iniciar este nuevo periplo diciendo: “Gracias”.

Gracias por lo que fue, por lo que es y por lo que vendrá.

Gracias por lo que fue y ya no lo es, ni lo será jamás.

Gracias por quienes han estado y por siempre estarán, aunque se
hayan ido para siempre.

Gracias del alma a quien ha permanecido, a quien ha estado cuando más ha brillado el sol y cuando más oscura ha sido la noche…

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