“Los Francia”, “Los María”, “Los Idalia”, “Los Mercedes”… ¿Les extrañan estos términos? Pues bien, les diré que son ejemplos de la forma en que se hace referencia de una familia determinada en la comunidad donde nací. Por lo general, se suelen identificar estas por los apellidos de sus progenitores, pero ellos utilizan el nombre de la mamá como identidad de estas. Tanto es así, que aun después de muerta y haber pasado décadas sigue llamándose igual. Sin embargo, el padre no perdía su estatus de cabeza del hogar, pero ella era la identidad. Hace un tiempo, mis hijos y yo (ellos solían ir de vacaciones donde mi madre) analizábamos el papel predominante que allí se les da a las madres, de forma tal que todo puede ser tocado pero jamás esa figura.

He querido traer esto, por celebrarse este domingo el Día de Las Madres en nuestro país, tiempo propicio para enaltecer este fenómeno sociocultural, de gran enseñanza de la importancia dada a esa mujer especial, sin precio, pero de un valor incalculable, que es mamá. Y tú, ¿La reconoces en tu vida cotidiana? ¿Cuándo fue la ultima vez que la visitaste? ¿La llamas por teléfono en las mañanas para saber como está? ¿Le llevas a sus nietos? ¿Tiene lugar en tu mesa? ¿Y en tus planes?
Quiero recordarte que quien eres hoy depende en gran manera de todo aquello que te ha dado sin esperar nada a cambio, como: amor, tolerancia, apoyo, a veces olvidándose de sí misma en cosas tan simples como una comida, poniendo por encima tus gustos y preferencias. Ella, aunque en ocasiones consideres que hizo o hace cosas equivocadas, te aseguro que te ha dado todo lo que tiene para ofrecer dentro su alma. Si vive aún, aprovéchala, demuéstrale que la amas. Te aseguro que sin importar la edad que tengas, y aunque nunca te lo deje entrever, siempre espera de ti un “te amo”, “te extraño”, “eres importante”, “gracias, mamá”. Estas manifestaciones, no solo con palabras sino con hechos, son el más valioso regalo que le puedes ofrecer. De nada sirve un objeto de alto valor económico, cuando lo señalado está ausente.

Nunca olvidaré la forma en que un joven pintor de muebles que trabajó por años me decía en repetidas ocasiones: “Trabajo duro porque quiero hacerle una casita a mi vieja, cuando la acomode entonces pienso en mí. Pero ese es mi gran sueño”.

Hermosa ocasión, reconócela siempre. ¡Valórala!

Posted in Por tu familia

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