“ “-Dos años sin vernos, increíble. Nosotras que nos criamos juntas como hermanas-. -Imagínate, no tengo tiempo ni para llamar a mamá. Me lo reclama.-”, “-Pero, ¿estás viviendo fuera del país?-. -No, aquí en la capital. Tú sabes, uno vive ocupado-”.“-Soy de San Francisco, se fue el año y no he podido ir a ver a mis parientes-”…
Iniciamos con estas conversaciones que convergen en un mismo punto, falta de disponibilidad de tiempo y una inversión de lo prioritario en sus relaciones familiares cercanas. Hasta marzo 2020, donde se declara para la humanidad la pandemia que en par de semanas cubrió el mundo en su totalidad, trayendo consigo, debido al manejo de comunicación de la misma, un pánico colectivo, la mayoría de las personas vivían de espaldas a lo que verdaderamente llena la existencia humana, y es el amor entre unos con otros, de manera especial dentro de los hogares. Se volvió costumbre entre cónyuges, padres e hijos vivir bajo un mismo techo, pero separados, no solo por las paredes de su habitaciones y el cierre de sus puertas, sino sumergidos en la navegación virtual con los de afuera, creyéndose el eslogan de que “todos estaban más cerca”.
Hoy, por ordenanzas de las instituciones de salud y los gobiernos en la gran mayoría de países, se les tiene el llamado “distanciamiento social”, coberturas en sus rostros que incluye tapa bocas y espejuelos para evitar caer como víctima de virus existente. Esto ha sacado a la luz del ser humano la verdadera necesidad que hay en el interior de su ser, que es tener cerca a sus seres queridos. No toque de manos, prohibición de abrazos, besos, ningún tipo de cercanía entre conocidos o desconocidos, relacionados o familia.
Respetando las autoridades, quiero aprovechar este medio para advertir las consecuencias psicológicas y psiquiátricas que ha dejado y que cada día va en mayor aumento el encierro y alejamiento, y el intento de total y exclusiva virtualidad, que, además de los daños emocionales, debilita el sistema inmunológico de las personas. Con inmunidad baja es imposible tener salud, por tanto, es necesario que de forma inmediata en nuestro país, donde cada día son mayores los cuadros depresivos, urge tomen medidas de control y prevención de esto, peor que la misma enfermedad.