Solía levantarse por lo general de 5:30 a 6:00 de la mañana, luego de desayunar o, en ocasiones, llevarse el desayuno, e iba en un caballo a su finca. Esto lo realizó durante toda su vida, hasta que un día, supervisando la misma, a la edad de 92 ~ 93, tuvo una caída que lo dejó con una fractura, a raíz de la cual, pasado un tiempo, falleció. Nos repetía desde pequeños la importancia y valor del trabajo, pero, de manera especial y con su sabiduría de campo, lo primordial que era estar comprometido con el mismo, independientemente si éste se hacía en una empresa propia, como su caso, o de otra persona. Decía: “Trabajo no mata, mata el no trabajar; siempre y cuando haya un equilibrio entre alimentarse y estar bien, especialmente con la familia”.
Este personaje, mi abuelo, al que recuerdo mirar al cielo y alegrarse cuando venía lluvia en tiempo necesitado o aclararse el mismo cuando fuera inadecuada. La meteorología de su vida era la propia naturaleza y las señales que ésta emitía de si la cosecha estaría bien o no, y, en tiempos que ni siquiera usaban insumos, el celo por la calidad de los frutos era su pasión. Pero lo mismo vi en mis padres y podría extenderlo a mi familia en general, donde el trabajo no es un sacrificio ni una carga, por el contrario, una satisfacción y deleite personal el hacerlo.
Este martes, 1ero de mayo, se conmemoró el “Día Internacional del Trabajo”, entendiendo esta fecha propicia para, como sociedad, hacer los siguientes cuestionamientos: ¿Qué pasa, que la mayoría de las personas muestran insatisfacción con lo que desempeñan, sin importar posición o remuneración económica? ¿Hasta dónde sientes compromiso con la empresa o institución? ¿Por qué, especialmente los más jóvenes, aun, repito, con salarios elevados, quieren irse a otras naciones, dejando especialmente su familia? ¿Es que todos deben trabajar independientes? ¿Hasta dónde puede ser frustratorio el afán de emprendedurismo que hoy se les inculca tanto a estos? ¿Has pensado las horas que dedicas y compartes con otros donde te encuentras? ¿Aprovechas este tiempo para dar lo máximo, independientemente de si es propia o no?
Recuerda: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para
el Señor y no para los hombres”
(Colosenses 3:23).