“Dime de lo que presumes y te diré de qué careces” es una expresión que todos hemos escuchado con relación a exaltar aquello que nos hace falta; “Nada es como se ve” lo he convertido en un eslogan para mi vida, y el mismo lo ha asumido una amiga que, en ocasiones, me repite: “Verdaderamente, nada es como se ve”. Si vemos, estas son expresiones coloquiales normales, pero con un contenido que, si lo ponemos en práctica, nos ayudaría en gran manera para contrarrestar presiones sociales, las cuales generan altos niveles de estrés.
Dejar de citar las redes sociales, cuando se trata de respuestas conductuales humanas, es imposible, ya que las mismas se han convertido en el centro de la gran mayoría de las personas. Cada día recibimos, en sus 24 horas, mensajes que a veces pienso son ente principal en eventos repetidos de agresión intrafamiliar, en las calles, actos delictivos que hoy mantienen al mundo en una especie de caos. Si bien es cierto que también estos mismos medios pueden ser usados para bien, paradójicamente, ese bien puede dañar. Son muchos los que aprovechan para mostrar opulencia con viajes, actividades, vestimentas, logros materiales por medio de las foto-manías, que provocan en aquellos que lo reciben sentimientos de frustración, por ver como si fuera en la pantalla grande o chica, cómo ellos carecen de todo esto.
Partiendo de la segunda expresión, son muchas las veces que, juntamente con mis hijos, vemos familias, parejas o grupos conocidos, mostrando un disfrute, sin embargo, al saber lo que hay detrás, que no son más que conflictos, discordias o en ocasiones familias tan enfermas que necesitan tratamientos psicológicos y psiquiátricos, no quisiéramos estar en sus zapatos, y nos acogemos a la siguiente cita bíblica: “Mejor es un bocado seco, y en paz, que casa de contiendas llena de provisiones.” (Proverbios 17:1).
Es saludable tener como ejercicio hacer inventario de tantas cosas que disponemos, totalmente gratuitas, como la salud, los hijos, amigos, una nación que, aun con todos sus problemas, si miramos la panorámica mundial, tenemos mucho que cuidar. De esta forma podamos vivir nuestra realidad, disfrutarla al máximo, en vez de utilizar la mayoría de nuestro tiempo buscando nuevas formas para producir económicamente y poder tener esos disfrutes que, en su mayoría, son simple y sencillamente espejismos.