A finales de los años noventa, visitar la ciudad de Madrid para mí fue de gran impacto, por la cotidianidad de sus habitantes y la forma en que se proyectaba la interacción entre los miembros de las familias, donde era común ver los parques llenos de los “muy amados abuelos”, y qué decir de los niños, en pleno centro, los cuales jugaban tan libres como en el campo más remoto nuestro en aquella época también (ya hoy todo cambió). Todos sabemos las secuelas emocionales dejadas por la situación de salud ocurrida a partir del 2020, a la cual se le dio un manejo tan drástico, cuando se encerró a la población mundial en sus casas, pero lo peor de todo fue el miedo y pánico provocado con la repetición 24 horas al día sumando contagios y fallecimientos, toda una película de terror. Ahora bien, el efecto más dañino fue a las poblaciones más frágiles, nuestros niños, y precisamente nuestros ancianos, que quiero aclarar que casi consideraban ancianos de 60 años en adelante. ¿Qué les parece a ustedes?

Traigo este tema, porque hace unos días tuve la oportunidad de ver en el canal oficial español un reportaje de la manera que se está viviendo hoy en España, y el estrés cotidiano hasta en las ciudades más lejanas, considerada, según los que evalúan la “salud”, como el país que ocupa el primer lugar del mundo en consumo de ansiolíticos, especialmente las benzodiacepinas.

En nuestra sociedad se ha hecho casi cotidiano, especialmente entre las mujeres, acudir a pastillas como ayuda para poder dormir, con gran frecuencia automedicadas. Es más fácil todo esto que hacerse los siguientes cuestionamientos, tratar de enfrentarlos y buscarles algún tipo de salida, más aun, ayuda profesional o algún tipo de consejería, que puede ser en las iglesias, donde por lo general hay equipos que trabajan solamente en ese aspecto, y son los siguientes: ¿Cómo está mi relación con mis hijos/padres? ¿Con mi cónyuge o pareja? ¿Cómo enfoco mi realidad económica, donde posiblemente mis ingresos son mucho menores que mis egresos, viviendo un estilo de vida que no me corresponde?
Dentro de este contexto, ¿quiero darles a mis hijos aquello que no tuve aun sin poder hacerlo? ¿Qué no será cuando por influencia de las redes (las cuales no puedo dejar de señalar cada vez sea posible) y creyendo las fantasías y engaños que llegan a través de estás y me comparo?

Sin importar cuál de estas sea tu área, aterriza, acéptala, aunque duela y empieza a trabajarte. Es la mejor pastilla para el sueño.

Posted in Por tu familia

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