Cada niño es único y por ende su respuesta conductual también es única. En una familia donde hay tres educados bajo el mismo techo y normas comunes, y vemos cómo, sus comportamientos y personalidades se van formando de manera totalmente distinta. Las diferencias individuales se deben tener claras desde que estos nacen, por lo que nunca se deben hacer comparaciones entre ellos.
En los últimos años he tenido la oportunidad de evaluar como terapeuta de familia niños a los cuales el colegio los ha referido a centros especializados con diferentes diagnósticos clínicos. Cuando a una madre se le informa que su pequeño no está apto para interactuar y socializar y que hay que sacarlo del mismo, crea una crisis en toda la familia generando una situación donde solo los que la atraviesan la pueden definir. Es sencillo, aparentemente, sacar del grupo a aquel que se comporta con grandes diferencias al promedio y ponerle una etiqueta que marcará toda su vida y a los que les rodean. Es importante que se tengan en cuenta estas diferencias individuales, señaladas al inicio.
Hace un tiempo me encontré con una joven madre a la cual no reconocí, y con júbilo me dijo: “Usted no me recuerda, pero cuando mi hijo tenía 5 años usted me atendió en familia por un problema con él; el colegio me lo saco por considerarlo autista y sus evaluaciones y recomendaciones fueron que no lo era. Teníamos situaciones de pareja muy difíciles por lo que el niño se mantenía aparte y callado en el grupo. Le refirió a una neuróloga, quien le realizó algunas pruebas considerando inválido el diagnóstico anterior. Hoy tiene 11 años, brillante y con honores en su colegio bilingüe en Puerto Rico donde vivimos actualmente”.
Es buen momento, ahora con la entrada a clases, para que los padres tengan mucho cuidado a la hora de considerar este tipo de recomendación con las cuales podrían marcar de forma irreversible el futuro de sus hijos cuando a veces son manejados de manera inadecuada. Hoy, tenemos familias disfuncionales, las cuales ni son tratadas y ellas mismas no consideran que lo son. Se acostumbran a un estilo familiar en ocasiones hasta de maltrato, justificado por sus miembros, pero que daña a todos, y el mayor reflejo se da en el comportamiento escolar. Es tiempo ideal para ver qué hay que cambiar empezando el nuevo año escolar, con lo cual podemos transformar el comportamiento de los hijos.