Vivimos tiempos de muy profundos y acelerados cambios. Hoy como ayer, la información es clave para el avance. Las personas informadas aumentan su capacidad para tomar atinadas decisiones. Pero además la información es poder. En el caso de la ciudadanía, contar con adecuada y oportuna información abre la oportunidad para que sepa cómo es gobernada, y para que pueda hacer que sus gobiernos rindan cuentas por sus decisiones y acciones.
Es por ello que hoy, en una sociedad hipercomunicada, pero también con tanta gente desinformada “informando”, se vuelve cada vez más urgente aprender a gestionar los mensajes para evitar infoxicación. Es urgente volver a Sócrates. Así otorgaríamos prioridad a los mensajes en función de criterios como verdad, bondad y utilidad. Así daríamos mejor uso al derecho universal que toda persona tiene para “buscar, recibir y difundir información”. Así y solo así garantizaremos sociedades saludables e inclusivas.