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En 1952 egresé del Seminario Conciliar de Santo Domingo donde había ingresado en 1949 para mi formación sacerdotal, pero como dice el precepto Bíblico “muchos son los llamados y pocos los escogidos”, los años cursados en ese Santo lugar constituyeron la base de mi formación intelectual, ética y moral.
Saliendo del Seminario, continué mis estudios secundarios y de inmediato fui designado como maestro de alfabetización al organizar un grupo de unos 25 adultos jóvenes y mayores que no sabían leer ni escribir.
Luego fui designado Maestro-Secretario de la Escuela Primaria, bajo la dirección de la extraordinaria maestra María Josefa Gómez Uribe, que nos regaló la ciudad de San Cristóbal en 1911 y quien se convirtió en una excelente matrona, recibiendo su valiosa formación, no solo para conocer y aprender los conocimientos educativos, sino también para que nos comportáramos como ciudadanos ejemplares. A esta extraordinaria maestra me tocó sustituirla en la dirección de la escuela cuando se ausentó por varios meses para viajar a la ciudad de New York.
Posteriormente fui designado por otra extraordinaria Educadora, Profesora María Teresa Brito (Chachita) como profesor de asignaturas especiales como Latín, Religión y Moral Católicas.
En 1957, con apenas 22 años fui designado Inspector de Educación del Municipio de Jarabacoa, en cuya época un Inspector de Educación venía a ser el representante de la cultura del pueblo.
Además de Jarabacoa, ocupé este mismo cargo en los municipios de Tamboril, Gaspar Hernández, Hato Mayor y La Vega.
En Jarabacoa me saqué el premio mayor al casarme en 1959 con mi esposa Esperanza, con la que llevo 59 años de feliz unión matrimonial.
De La Vega fui seleccionado en 1962 para realizar estudios sobre “Supervisión y Administración Escolar en la Universidad Estatal de Pensylvania (Penn State University, U.S.A.) donde conocí los progresos educativos de esa gran nación.
A mi regreso volví a La Vega, pero a los pocos meses fui designado Ayudante Técnico de la desaparecida Dirección General de Educación Primaria Rural, bajo la experta dirección del Profesor Luis Napoleón Núñez Molina, considerado como uno de los grandes educadores que ha producido el país, no solo por su acendrado pragmatismo sino por su extraordinaria honestidad y capacidad educativa.
Llegué a la Secretaría de Educación con veintiocho (28) años de edad y por mi buen comportamiento comencé a llamar la atención de los altos funcionarios del Ministerio entre los cuales puedo mencionar al propio Profesor Núñez Molina, Nelly Biaggi Monzón, Colombina Canario, Fabio Mendoza, Ulises Domínguez y otros que por falta de espacio no me es posible mencionar en esta entrega.
En 1966, previa consulta del Profesor Núñez Molina con el personal Técnico y Administrativo, todos coincidieron en que al jubilarse el maestro Núñez Molina, debía ser yo quien debía sustituirlo.
En 1996 y atendiendo a la sugerencia externada por el excelente maestro y reconocido andragógo venezolano Dr. Félix Adam, a quien había conocido en 1963 cuando asistimos al Seminario Latinoamericano de Educación Rural celebrado en la ciudad de Rubio, Estado de Táchira de Venezuela y a quien le causé grata impresión, razón por la cual me dedicó unos días para que yo observara y conociera los programas que se desarrollaban en la Educación de Adultos Venezolana, tales como la Enseñanza por correspondencia, las Escuelas de Capacitación Femenina, Las Escuelas Granjas Comunales y otras de gran interés e importancia, cuyos programas tuve el honor de implementarlos en el país, los cuales causaron tan grata impresión en la Educación Nacional, de tal manera, que fueron incluidas por algunas universidades que lo han ofrecido con mucho éxito a sus alumnos, en sus programas de educación permanente.
En 1969 fui designado Director General de Educación de Adultos realizando, con el asesoramiento de la Misión de Asistencia Técnica Domínico-Venezolana presidida por el Dr. Adam, reformas trascendentes para la innovación y desarrollo en el país, las que por falta de espacio me es imposible destacar.