Aunque no lo menciona por su nombre y apellido, la Constitución vigente le prohíbe de manera concreta y específica al presidente Danilo Medina aspirar a una nueva reelección, algo que quizás en el frenesí de amarrar aquella reforma de 2015 la parte interesada pasó por alto.
Además de la prohibición del artículo 124, los legisladores del PLD que redactaron la reforma a la Carta Magna dejaron puesto un candado que cierra la posibilidad de una nueva reforma constitucional para extender la gestión Medina.
La Vigésima Disposición Transitoria de la Carta, reza: “En el caso de que el Presidente de la República correspondiente al periodo constitucional 2012-2016 sea candidato al mismo cargo para el periodo constitucional 2016-2020 (el presidente Danilo Medina, NM), no podrá presentarse para el siguiente periodo ni a ningún otro periodo…”
Eso desde el punto de vista legal. Pero en un enfoque político escribimos en enero que: “Por de pronto, no es aventurada la hipótesis de que un primer daño colateral del tema Odebrecht, sea cual sea el derrotero que siga, es que cierra espacio a la aspiración de sectores del PLD de aventurarse a una nueva reforma constitucional para que el presidente Medina aspire a reelegirse, otra vez”.
(Quizás el peor de los derroteros ha sido el infantil sainete montado por el gobierno sobre el “error” mecanográfico “justificador” de que la estafa de Odebrecht y compartes fuera investigada sólo de 2000 a 2004, pese a que las acciones fraudulentas incluían al menos hasta 2014, excluyendo de la indagatoria, a la vista de todos, a la cúpula estatal con mayor responsabilidad).
El propio presidente Medina, y en una especie de despojo sanjuanero que le sacudiera el fantasma de la ambición continuista, juró ante Dios y el pueblo que ya no volvería a aspirar jamás, en el acto de proclamación oficial como candidato del PLD a las pasadas elecciones.
Dicen que finalmente Medina convenció a su entorno de que esta vez cuelga los guantes, a lo que atribuyen la presentación en sociedad de Gonzalo Castillo y Andrés Navarro, la animación del leonelismo a tirarse juvenilmente en tren, sin ver por donde soplan los vientos, mientras des-pa-ci-to- van sacando la cabeza Reinaldo Pared y Francisco Javier, y la vice retoma el vuelo y deshoja margaritas desde su poltrona estatal, ahora todos sin distracciones con Temo o Segura.
Pero, conscientes todos de que la continuidad de Danilo sólo podría producirse como malaventura, en una especie de eventual golpe de estado de terribles consecuencias, que ni el Presidente querría ¿Por qué seguimos agitando el tema de la reelección?
¿Es porque un peledeísta prácticamente desconocido ganó buena prensa afirmando que 8 años no le serán suficientes a Danilo para realizar una buena labor?
¿Será porque ¡Calderón, Calderón! afirmó, vaya bancarrota institucional, que si Danilo lo pide reforman la Constitución?
¿O es porque el gobierno de Medina mantiene a todo volumen y por todos los medios la saturante y costosa campaña de endiosamiento a su figura?
El camino de la reelección está cerrado, expuse par de semanas atrás…pero nos queda la zurrapa, el lastre, por conocimiento de la historia o por simple transmisión cultural aprendida, Santana tras Santana, Báez tras Báez, Lilís tras Lilís, Trujillo tras Trujillo, y el resto de la lista.