Reducir el toque de queda animó los lugares de diversión más usuales (bares y restaurantes principalmente). Vi muchas personas disfrutando el inicio de la noche en el recorrido desde la oficina en El Millón, a mi hogar en Piantini.
Incluso lugares nuevos poco conocidos, que abrieron el año pasado, tenían tantas personas que me sorprendí. Esto se explica, quizás, porque mi trabajo me ha obligado a permanecer activo y transitar muchas veces por calles y avenidas solitarias, me acostumbró a la escasez humana en escenarios públicos.
Tantas personas en la calle me animaron a visitar por segunda vez desde marzo del 2020 OUTBACK, que es uno de mis establecimientos favoritos. Por la calidad de lo que sirve y la actitud complaciente y atenta del equipo que atiende. En una ocasión, antes de que fuera remodelado publiqué un reportaje sobre las mejores “barras” en bares y restaurantes de 4 y 5 estrellas de la ciudad. Este establecimiento quedó como uno de los tres mejores. Me hizo falta en los peores días de la pandemia.
Al llegar, el bar tenía todas las banquetas ocupadas y en la parte de restaurante y terraza, las mesas permitidas estaban ocupadas.
Respiré hondo y sonreí. Estaba alegre. Me sirvieron bien de costumbre. Pedí alimentos para llevar a casa y tuve tiempo de conversar con el gerente.
Compartimos las preocupaciones del momento. La de él esperanzado en que pudiera mantenerse la apertura y eso le dé un respiro a la empresa y al personal, que son casi los mismos que estaban en marzo, cuando me despedí.
La mía, una interrogante: ¿Habremos aprendido, los ciudadanos de Santo Domingo y las ciudades más pobladas, la lección que nos deja la pandemia? ¿Las penurias de estos 17 meces había creado conciencia sobre la disciplina social necesaria para contener la covid-19? Motivos para temer existen. Con frecuencia encuentro personas educadas que no aceptan la vacuna.
También, vemos muchos que no entienden las nuevas formas de convivencia social que por algún tiempo deben mantenerse: distanciamiento, cuidado de la higiene y disminuir la intensidad de la interacción.
El análisis de la gráfica que representa el comportamiento de la presencia del covid-19 es aleccionador. Varias veces hemos logrado bajar la incidencia a niveles que muestran el éxito de las restricciones adoptadas.
La respuesta de las autoridades ha sido “suavizar” las limitaciones y ser más permisivas con la movilidad social (aflojar la correa). A veces el efecto ha sido que la fiesta dura poco, porque olvidamos lo principal: el covid-19 que obliga a imponer limitaciones, sigue presente y la disciplina social es imprescindible para controlar el monstruo.
La política de reducir las restricciones y volver a apretar cuando la pandemia amenaza ha tenido sus resultados. No lo puedo negar. Ahora el nuevo ingrediente es el avance de la vacunación. La Altagracia llegó a la meta que suponemos es ayuda vital, otras regiones se acercan.
Estos avances hablan bien del esfuerzo que se hace desde el gobierno. Nada es tan bueno que no pueda ser mejor. Luis Abinader ha mostrado sus dotes de dirigente en la batalla contra la pandemia. Pero el presidente no puede ganar la batalla solo. A los de la calle nos corresponde el principal aporte: asumir la disciplina social.
La disciplina social permitirá que muchos como yo podamos disfrutar nuevamente buenos momentos en AUTBACK, o en los muchos lugares como este que ofrece el país. ¡Compórtate, por favor, no me cierre mis lugares favoritos!