Desde hace algunos años, a partir del impacto de la nueva tecnología en el mundo, he venido observando en gran parte del liderazgo político nacional, un comportamiento y actitudes evidentemente desfasadas en el tiempo, frente a una sociedad que, con sus defectos y virtudes, como todo conglomerado humano, está dando muestras de un nivel de conciencia y conocimiento de lo que ocurre en su país, por lo que, no es cualquier discurso, por intelectualmente florido que se elabore, que podrá hacer cambiar el camino a los ciudadanos como si se tratara de guiar borregos.
Es decir, todavía muchos políticos no llegan a comprender, quizás también porque se resisten a aceptar esa realidad tecnológica que hoy ha hecho cuasi desaparecer las fronteras en el mundo, que ya no es tan fácil narigonear al ciudadano de pie, por más pobre que sea su condición social y/o educacional. Es penoso ver gentes con una dilatadísima carrera política y en la administración pública, -en algunos casos jóvenes, lo que es peor aún-, asumir un modelo de defensa de lo que ha hecho o hace desde el gobierno o la oposición, obviando el escrutunio de una sociedad dotada hoy de un gran caudal de información que les facilita la tecnología. Usted lee lo que dicen en los diarios o los escucha hablar en los medios electrónicos, y pareciera que defecan y no se dan por enterados.
Hago esa referencia porque no alcanzo comprender cómo unos políticos –la mayoría de ellos viejos zorros en el quehacer-, con apenas tres meses de haber salido de casi dos décadas de gobiernos, sin haber resuelto ni un solo de los problemas fundamentales de la nación, pese a haber contado con todos los poderes del Estado, hoy se exhiben bravucones, desafiantes, amenazantes, presagiando conflictos sociales –con clara intención de promoción- como si se estuvieran dirigiendo a tarados mentales o a animales con incapacidad para razonar.
Al tener que soportar, porque no hay de otra, esas irreflexivas actitudes y planteamientos descabellados, tomando en cuenta la grave situación que enfrenta el país, con una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes, me he formulado muchas interrogantes con la esperanza de encontrar alguna respuesta: Es momento para ese tipo de politiquería barata? Tienen idea esos políticos desfasados e irresponsables del daño emocional y la incertidumbre que generan en una población sometida a una angustiante crisis a todos los niveles desde hace 8 meses? Creen que se saldrán con la suya bombardeando de manera alegre a un gobierno que heredó la actual realidad y que, no obstante reconocidos errores de algunos de sus funcionarios, da muestras fehacientes de su gran esfuerzo para sacar el barco a buen puerto en medio de una tormenta sin precedentes? Pero, además, su entumecido cerebro no les hace ver la afectación que pudieran provocar a la nación de cara a renglones fundamentales de nuestro desarrollo como el turismo y la inversión extranjera? Respuesta definitiva: Que va gallo que va, sólo piensan en sus intereses.