A propósito del avispero causado en el país por el error en un reportaje difundido por la cadena de noticias internacional CNN, que colocaba el nacimiento del río Masacre en el lado de Haití, cuando en realidad es en República Dominicana, los medios de comunicación cometen cada día faltas garrafales, incluidos los grandes y tradicionales.
Observé recientemente que varios medios de comunicación, reproduciendo notas informativas enviadas por interesados en sus publicaciones, “elevaron” a provincias los municipios Santo Domingo Norte y Santo Domingo Este. Santo Domingo Norte y Santo Domingo Este son municipios de la provincia Santo Domingo.
Pero luego, una empresa detalla en una nota informativa una serie de lugares donde estaba sucediendo un evento, “entre ellas el Gran Santo Domingo y el Distrito Nacional”. El Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo forman el Gran Santo Domingo. Esa información fue publicada en varios medios de comunicación con el error.
Pero eso parecería pequeñeces frente a las cantidades de palabras impropias e irregularidades en las construcciones de oraciones y párrafos difundidas en medios de comunicación, cuyos errores originales provienen de empresas e instituciones, en la mayoría de los casos.
Al parecer, por las cantidades de disparates escritas en las redes sociales, por la competencia e inmediatez, eso no tiene importancia para los medios de comunicación, principalmente para los tradicionales, que deberían ser fuentes de conocimientos y promotores de la corrección del idioma cultivado por Miguel de Cervantes y Gabriel García Márquez, entre otros escritores de habla hispánica.
Me imagino que grandes correctores del periodismo nacional fallecidos, como el periodista y abogado Emilio Mckinney, quien se desempeñó como titulador y corrector de estilo en varios periódicos, incluyendo El Caribe, se revolcarían en sus moradas, si leyeran medios nacionales, en sus diferentes versiones.
Para disminuir los errores garrafales, las empresas periodísticas e instituciones, en cumplimiento de su responsabilidad social, deberían dedicar más tiempo y un personal más especializado a la corrección de notas informativas y de sus historias, para que el producto informativo contenga la calidad esperada por sus anunciantes, lectores y la ciudadanía en general.