Por miedo optamos a cambiar hábitos, disciplinas, caminos, estilos de vida y formas de actuar. El miedo a perder cosas o a no disfrutar la vida tal como la conocemos nos mueve a mucho. El miedo al hombre también, para evitarnos choques y problemas con alguien cedemos incluso nuestros valores, principios y cosas de mucha importancia. Y ¿qué tal del miedo tardío? Ese miedo que solo aparece cuando algo sale mal inesperadamente y la vida puede llevarse en días o menos lo que nos costó toda la vida… Dedicar a Dios el tiempo necesario para estar fuertes, seguros, en certeza en los momentos difíciles es crucial. ¿A cúanto equivale un minuto de la presencia de Dios en el corazón, en momentos donde nadie puede ayudarnos? El placer de encontrarle supera los placeres de esta vida!