La pasada semana se dio a conocer una investigación periodística en la que se involucran empresas del presidente dominicano Luis Abinader.
Lo primero que deseo resaltar es que la tenencia de este tipo de sociedades no es ilegal. Las empresas offshore tienen por objeto servir de puente a la facilitación del comercio global, de forma que, gracias a este tipo de entidades, se permite a los clientes cerrar contratos en todo el mundo, evitando el mayor número de impuestos y obligaciones contables. Este tipo de sociedades no se rigen por las leyes fiscales de su país de origen, sino que están sujetas a ciertos beneficios fiscales y a legislación que tiene por objeto favorecer la creación de estas empresas. Así, una empresa dominicana que radique, por ejemplo, en Panamá, no estará sujeta a la legislación dominicana en materia tributaria y contable, sino que se podrá beneficiar de las ventajas típicas del país centroamericano.
Lo que si resultaría en un grave delito típico de evasión fiscal o blanqueo de capitales, seria mantener en opacidad dichas empresas, no declararlas en su patrimonio e incumplir con sus obligaciones tributarias en el país de residencia.
La presidencia de la República ha sido muy explícita y clarificadora al señalar que estas empresas, que operan como un fideicomiso familiar del presidente Abinader, al tiempo que aparecen en su declaración jurada de patrimonio, fueron abiertas en razón de que ´´hasta final del año 2008 la República Dominicana no contaba con un marco legal actualizado y eficiente en materia de derecho societario. Producto de esa realidad, adquirir activos e incluso realizar negocios locales o internacionales utilizando compañías dominicanas presentaba obstáculos importantes”.
Las empresas de la familia presidencial se han dedicado al manejo de inversiones y activos en el país cumpliendo con las debidas obligaciones tributarias en el marco del código tributario dominicano.
Desde hace décadas conozco el proceder de la familia presidencial en los negocios. Fui amigo entrañable de su padre, el doctor José Rafael Abinader Wassaf, como lo soy de su madre, doña Sula Corona, de sus hermanos José y Rita Abinader y del propio presidente de la República. Conozco de su vocación progresista de invertir sus recursos en el territorio nacional.
Su histórica vocación por la educación es un testimonio a la salud de la patria. En efecto, la Universidad Dominicana O & M, con más de medio siglo de fundada ha graduado cientos de miles de dominicanos que fortalecen la capacidad humana de la nación.
Por igual, han contribuido con la creación de empleos a través de sus empresas industriales y turísticas. Una familia emprendedora y creativa. Una familia de vocación patriótica y democrática.
Jamás olvidaremos los esfuerzos de don Rafael Abinader contra la dictadura trujillista, así como su participación en abril de 1965 al lado de los mejores intereses de la República, y su vocación de repudio al régimen represivo del Dr. Joaquín Balaguer en sus primeros 12 años.
Por esta vía expreso mi desacuerdo con quienes intentan desacreditar a la familia presidencial, mezclándolos con escándalos de evasión y lavado, como así ocurre con muchos empresarios y políticos corruptos de todas partes. Las empresas de Luis Abinader en el extranjero son empresas legales y pagan sus impuestos en la Republica Dominicana.