El breve y simplificado resumen que representa la Historia, como materia escolar básica de la educación primaria, apenas da pinceladas de lo que significó una descomunal decisión política, las llamadas Devastaciones de Osorio, con ánimos de preservar el exclusivo y abusivo comercio oficial, tomada en las cortes de España, a unos 6,700 km de Santo Dmgo. y a meses de la comunicación más rápida, asumida en ambientes radicalmente extraños el uno del otro. El Rey Felipe III, que llevó a España a su máxima expansión, tan pronto accedió al trono dejó ejercer el poder a Francisco de Sandoval, Marqués de Denia posteriormente duque de Lerma, que lo ejercía no por ningún cargo oficial, sino por la amistad con el Rey. A estos se les denominaba privados, válidos y con menos frecuencia, favoritos. Antonio de Osorio era el gobernador de la Isla de la Hispaniola cuando recibió la orden de despoblar la región oeste, centro y norte de la isla para trasladar a sus habitantes hacia la parte este, cercana a Santo Domingo entre 1605 y 1606. Su ánimo era reducir el contrabando entre los habitantes locales y los comerciantes franceses, ingleses y holandeses, uniendo Bayajá y La Yaguana, formaron Bayaguana y con Puerto Plata y Montecristi, Monte Plata. Era la manera teórica de acabar con el comercio irregular, más beneficioso que el obligado oficial, teniendo en ocasiones la complicidad oficial, más que nada lejos de Santo Domingo, adonde tenía sus bases la burocracia real. Lo de la penetración luterana y lo de las biblias protestante fueron argumentos adicionales puramente justificativos. Los franceses aprovecharon las devastaciones, la movilización obligada de la población y la reproducción natural del ganado que quedó en estado salvaje, y a través de la Compañía de las Indias Occidentales, ocuparon la isla de La Tortuga, expulsaron a los otros ocupantes y luego formaron la colonia francesa de Saint Domingue, hoy Haití, a la que los españoles dieron carácter al reconocerla en el Tratado de Aranjuez. Decisiones puramente políticas, que devienen en realidades totalmente diferentes a las intenciones originales, más que nada por los conceptos de decisiones de dioses que pueden ordenar obligaciones absurdas, por ese carácter soberano y de supra razones. Las pasadas semanas fuimos sorprendidos con la discusión meteórica del Código Penal, pieza clave del manejo de la sociedad dominicana, pendiente de su conocimiento hace años. Los legisladores en sus actos de despedida como entes electos para el periodo 2020-2024, sacan a contrapelo este adefesio. Aprobaron una norma que contraviene logros y deseos de la sociedad, a la que suponen representar esos diputados y senadores que hoy consideran haber recibido de los Dioses del Olimpo, luces para transformar esquemas penales, muchas veces al margen de sus conocimientos legales y sin mirar consecuencias. Salvando las abismales diferencias: ¿en que devino lo de las Devastaciones de Osorio, como decisión política errada y en que puede terminar este mamotreto jurídico anacrónico , como base normativa de una sociedad que quiere volar?

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