No me cansaré de repetirlo: en situaciones de desastres naturales, pandemias sanitarias o crisis no política -como la que está viviendo el mundo hoy por el Covid-19-, por cultura cívica o de lógica común la oposición política y todo ciudadano altruista se ponen a disposición de las autoridades de turno -sin condicionamiento ni esperar que los convoquen- y los ciudadanos de a pie -conscientes- acatan las ordenanzas de resguardo y seguridad; aunque siempre, unos pocos, hagan caso omiso y hasta desafíen tales disposiciones, en este caso sanitarias que emanan de autoridades competentes (eso es universal, pues en toda sociedad hay gentes desaprensivas).
Huelga pedir o indagar, como la pandemia ha hecho colapsar sistemas sanitarios de países altamente desarrollados por la demanda en sus capacidades o coberturas hospitalarias de internamiento, emergencia, personal médico, paramédicos y de enfermería. Una mirada, rápida y objetiva, no dejan mentir sobre un panorama global desolador y sombrío de altas y bajas….
Por ello, nos resulta chocante que, alguien, en “su sano juicio”, pueda pretender que en países subdesarrollados o en vía de desarrollo, como el nuestro -que no existe dictadura-, la pandemia -su desarrollo y manejo- pueda compararse con países de sistemas sanitarios, economías, tecnologías y recursos médicos-científicos más avanzados. Eso es un olímpico absurdo.
Y, precisamente, es de ese absurdo -subdesarrollo cultural-cívico-político- que surgen y se explican: “encuestas” que en medio de la pandemia “miden” posicionamiento político-electoral y desempeño de “líderes”-candidatos, redentores o mesías que, con videoconferencias y recetas de chamanes, procuran titulares de medios -como plataforma de promoción política-; sin mencionar, también, mojigangas de candidatos que ante la ausencia de creatividad y altruismo, pero con discursos politiqueros -¡mentiras!-, no pueden esconder su fingida irrupción, en el escenario sociopolítico, de bienhechores insulsos-desabridos.
Mientras, uno, de los políticos-candidatos -a la vista de todos, llamémoslo por su nombre: Gonzalo Castillo-, en vez de blablablás…, o pretenderse mesías, da y da, como decía la madre Teresa, “hasta que duela” sin reparar en banderías políticas.
Resultando que mesías y mojigangas –todos aliados y candidatos-oposicionistas, al mismo tiempo- se estén peleando el primer lugar sobre quien, de todos, logra mas bulla o bulto mediático; o cuando no, cual critica, al actual gobierno, con mas virulencia, altisonancia y protagonismo.
Sin embargo, lo peor no es la pretensión de mesías de uno, o de mojigangas de otros, sino, cómo, a través de redes sociales, “encuestas” de encargo y sastres caseros-, de algunos medios, más “periodistas”-kamikazes, llevan una campaña irresponsable que estimula desacatos ciudadanos, desinformación,mentiras y condicionamiento social inducido para alentar, sutilmente, turbulencias políticas e incertidumbre. ¿Quién diablos lo entiende, pues?