“Los tiempos cambian y las personas también”. Es una expresión muy escuchada; lo que uno no suponía, posiblemente, es que las cosas cambiarían de manera tan fea, en algunos casos. En los últimos tiempos, hemos visto cómo ciertos portales y plataformas digitales normalizan conductas que son, sin duda, moralmente reprobables.
Se han hecho virales –por ejemplo- historias de que una madre, después de una noche de tragos y fiesta, se acuesta con su propio hijo, y otro caso en el que un hijo filma a su madre realizando videos eróticos para OnlyFans. Este tipo de contenido no solo es perturbador, sino que además es presentado como si fuera algo digno de admiración o comentario positivo.
Lo más alarmante es cómo estos medios están contribuyendo a que tales conductas se vean como normales, y se convierte en mercancía lo que claramente es basura. El objetivo es obtener “me gusta”, seguidores y dinero al precio que sea, sin importar el daño dejado en el camino. Esto refleja una falta total de ética y de compromiso con los valores que deberían guiar a la sociedad.
Naturalmente, hablamos -muchas veces- de ciertos sujetos con cabeza poco amueblada para entender qué es la ética, pero tienen capacidad de vender su alma al diablo y para “cocinar audiovisuales”.
Esta tendencia se extiende más allá de los casos individuales. Muchas plataformas están entrevistando y colocan en primer plano a delincuentes y exconvictos; personas que no aportan nada positivo y que, en cambio, glorifican conductas que pertenecen a la escuela del crimen.
Lo más preocupante es que incluso medios de comunicación tradicionales y respetables están cayendo en este juego, publican en sus redes sociales contenido que jamás sería aceptable en sus versiones impresas. Esto refleja un divorcio evidente entre la seriedad de un medio formal y lo que se permite en el ámbito digital y redes sociales. Es cuestionable.
Lo es también que estos medios tradicionales ayuden a inflar las cuentas de redes sociales y bancarias de personajes que deberíamos bloquear y aislar de nuestras vidas. Muchos de estos individuos tienen más seguidores que los medios formales, y se les presenta como celebridades a pesar de no haber hecho nada de valor para merecer espacio en una sociedad de gente que sí aporta, trabaja y cree en la superación.
Esto no solo es un mal ejemplo para las nuevas generaciones, sino que también fomenta la idea de que no es necesario estudiar, trabajar o esforzarse para conseguir el éxito.
En lugar de promover estos valores dañinos, deberíamos enfocarnos en destacar a la gente que se esfuerza, que emprende de manera seria y que contribuye de forma positiva a la sociedad.