La transparencia financiera y el cumplimiento tributario son fundamentales para el funcionamiento adecuado del sistema fiscal de cualquier país, incluyendo República Dominicana. En días recientes se han dado casos que no han sorprendido a mucha gente. Si bien no se le había asignado un número y un nombre a lo que hacen, era hartamente conocido y “sazonado”, que determinados establecimientos comerciales chinos estaban moviéndose fuera de libro y al margen de la regla.

Hace tiempo desde diversos sectores del comercio dominicano se venía reclamando a las autoridades tributarias y aduaneras que pusieran ojo sobre el tema y que echaran a un lado la inercia. Todo parece indicar que lo venían haciendo con discreción y que concluidas y comprobadas las averiguaciones, pusieron “manos a la obra”.

La Dirección General de Impuestos Internos y la de Aduanas han cerrado una serie de negocios chinos (más de una decena, según un conteo que tuve la semana pasada), que han sido hallados culpables de infringir la ley. Han hecho trampas diversas, que van desde la falta de emisión de facturas con comprobantes fiscales hasta la subdeclaración de ingresos.

Con razón muchos de ellos son enemigos de aceptar pagos con tarjetas de crédito y sí prefieren el efectivo, lo que puede ser un indicador inquietante de prácticas poco transparentes.

Los números hablan por sí solos: se han descubierto giros bancarios que superan en gran medida las cifras reportadas en impuestos, así como un flujo considerable de ventas en efectivo que no se reflejaba en los registros tributarios. Se estima que esas empresas han movido alrededor de RD$4,000 millones en transacciones bancarias, evadiendo así su responsabilidad contributiva con el Estado dominicano. Son palabras mayores.

La importancia de los impuestos para el país no puede ser exagerada. Son la principal fuente de financiamiento para servicios esenciales como la educación, la salud y la infraestructura. La evasión fiscal no solo es una violación de la ley, sino también un obstáculo para el desarrollo económico y social del país.

Agreguemos que más allá de las implicaciones financieras, estas prácticas de evasión pueden tener repercusiones y provocar ruidos y tensión entre países amigos, especialmente considerando que el día primero de mayo República Dominicana y China celebrarán seis años de relaciones diplomáticas.

Dejémonos de cuentos, es responsabilidad de todos los ciudadanos y empresas cumplir con sus obligaciones tributarias para garantizar un sistema fiscal justo y equitativo que beneficie a toda la sociedad. No podemos exonerar a los asiáticos y hundir a los nuestros. Así no.

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