El turismo ha sido uno de los pilares de nuestra economía durante las últimas décadas. US$7,500 millones de ingresos anuales. 336 mil empleos directos e indirectos. Casi US$5,000 millones en inversión extranjera directa para construir hoteles en los últimos 10 años. Y 47,000 millones de pesos de compras anuales al sector agropecuario.
En el 2019, lo vimos resbalar debido a una cáscara mediática en el ámbito sanitario que generó temor en los turistas que nos visitarían. Este año, lo hemos visto caer de manera estrepitosa a raíz de la pandemia del coronavirus que ha afectado la industria turística en todo el mundo.

Algunos consideran que el sector se recuperará gradualmente, sin necesidad de ninguna ayuda, y que la mejor respuesta del Gobierno es cruzarse de brazos y esperar. Ese planteamiento no parece sensato. El turismo es un sector demasiado importante para nuestra economía, como para dejar que “el mercado” lo haga retornar, eventualmente, a su estado de crecimiento sostenido.

Al sector turismo lo tenemos que levantar. Es una tarea en la que todos los partidos políticos deben involucrarse. Está prohibido dejar el claro. En el 2019, vimos cómo la fragmentación política impidió la unificación de todo del liderazgo político para enfrentar la perversa campaña mediática en el exterior que se ejecutó contra el país. Fue lamentable ver a algunos políticos operar como aliados de intereses foráneos que perseguían desprestigiarnos, presentándonos como un destino turístico inseguro.

La desunión salió a relucir también en el liderazgo empresarial del sector. Las declaraciones de unos chocaban con las de otros, inducidas por razones que no merecen ser desempolvadas. El Gobierno tuvo que hacer frente, prácticamente solo, a esta campaña de descrédito. El país terminó pagando un precio: la llegada de turistas cayó 2%, la ocupación hotelera en 6 puntos porcentuales y los ingresos de divisas en 1.2%. Todos aprendimos la lección del 2019 y no debemos a cometer los mismos errores ahora, cuando enfrentamos la peor crisis que ha enfrentado el sector en toda su historia.

El Gobierno que asumirá el próximo 16 de agosto debe ponderar la idea de crear la Oficina RD Global, adscrita a la Presidencia, la cual asumiría la responsabilidad de diseñar y ejecutar las acciones para mejorar la imagen y la reputación de nuestro país en el exterior.

Esta Oficina tendría como objetivos atraer mayores niveles de inversión productiva; facilitar la incursión de las empresas dominicanas a nivel internacional; y estimular el crecimiento de las exportaciones de bienes y servicios. Los esfuerzos deberían concentrarse en cuatro áreas fundamentales: atraer empresas globales interesadas en invertir en minería responsable para la exportación; estimular la llegada de empresas globales interesadas en invertir en la agropecuaria y agroindustria de exportación; conquistar empresas globales de manufactura de exportación que desean reducir la elevada concentración en el Asia de sus instalaciones y centros de producción (76% de las norteamericanas en China desean trasladarse); y lo más urgente en este momento, estimular, promover y facilitar el regreso de los turistas.

La Oficina RD Global debería tener el rango de Ministerio y ser dirigida por un líder empresarial dominicano visionario, de probada capacidad gerencial, bilingüe, dinámico, con carácter, sin temor a tomar decisiones, y dotado de una reputación y prestigio internacional que le permita tocar las puertas que haya que tocar, para motivar decisiones en el exterior en beneficio del país.

La Oficina asumiría las funciones que tienen, en el ámbito de la promoción de exportaciones e inversiones, el Centro de Exportación e Inversión de la República Dominicana, el Consejo Nacional de Zonas Francas, y los Viceministerios de Comercio Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores y del Ministerio de Industria y Comercio, con lo que eliminaremos duplicidades que generan más costos que beneficios.

Las estrategias que diseñe y apruebe la Oficina RD Global, serían asumidas fielmente y sin disonancia, por los Ministerios de Relaciones Exteriores, Turismo, Energía y Minas, Agricultura e Industria y Comercio. La Oficina RD Global, asumirá la responsabilidad de velar porque las asociaciones y líderes empresariales de cada sector, comenzando con el turismo, halen en la misma dirección. Lo primero es el país. La crisis que enfrentamos no deja espacio a la lucha de intereses ni a la competencia de egos.

La Oficina tendrá como primer mandato diseñar la estrategia integral para proyectar a República Dominicana como el destino turístico más seguro, próximo y placentero de toda la región. Su unidad de inteligencia debe seguir en tiempo real el comportamiento de competidores agresivos. Jamaica y Bahamas, por ejemplo, para presentarse como geografías Covid-19-Free y atraer turistas, aplican el modelo del avestruz: no testean. Eso explica los 753 casos y 10 fallecimientos en Jamaica y los 108 casos y 11 fallecidos de Bahamas. ¿Cómo respondemos? En Punta Cana – Bávaro – Macao, un paraíso de 110,000 habitantes, con el doble de las habitaciones hoteleras de Jamaica y el triple de Bahamas, apenas hemos tenido 138 casos y 0 fallecidos. ¡Chúpense ese cajuil!

Entre las habitaciones existentes y las que deseamos que se construyan, debemos otorgar más prioridad a las ya levantadas. Lo más importante en este momento es consolidar las inversiones existentes en el sector turismo. Y eso sólo lo podremos lograr si aseguramos a los turistas que somos el destino turístico más seguro, próximo y placentero de la región.

Los aeropuertos dominicanos deberán y tendrán que cumplir rigurosamente, los protocolos homogéneos que acordemos con los gobiernos de países originarios de los turistas que nos visitan, principalmente, los de América del Norte, fuente del 55% de todo el turismo que recibimos el año pasado. Los aeropuertos dominicanos deberán operar como zonas esterilizadas libres del Covid-19. El Gobierno debe estar dispuesto a allanar el camino a las empresas aeroportuarias para que puedan realizar las inversiones necesarias para alcanzar ese objetivo.

Tenemos que estar preparados para hacer frente a lo que viene: turistas más exigentes en la selección de destinos, aerolíneas, cruceros, servicios aeroportuarios y hoteles. Solo así podremos aprovechar el posible cambio en las preferencias de los turistas. Todo apunta a que muchos podrían optar por cancelar vuelos largos a ciudades populosas que acogen el tradicional turismo de masa, por vuelos cortos hacia destinos más próximos, más rurales, más cercanos a la biodiversidad y más respetuosos de la sostenibilidad ambiental. Todo eso lo contiene nuestra oferta turística.

No nos engañemos. La recuperación del sector turismo no será inmediata. El Gobierno que asumirá el 16 de agosto deberá ponderar la necesidad de extender hasta el 1ro. de noviembre, el Programa FASE para el sector hotelero y turístico, medida que se iría revisando en función de cómo vaya respondiendo la industria.

La Oficina RD Global debería sentarse con los departamentos y direcciones generales del Estado que perciben ingresos producto de las tasas que pagan los pasajeros cuando utilizan las facilidades aeroportuarias, para que una parte de los mismos nutran un Fideicomiso Público Privado destinado a ejecutar la campaña de promoción focalizada en el exterior. Esta campaña debería concentrarse en los mercados extranjeros de alto poder adquisitivo, menores niveles de incidencia del Covid-19 y mayor proximidad geográfica.

En lo que resta del 2020, no es prudente lanzar la reforma fiscal integral. Sin embargo, el Gobierno debería ponderar el sometimiento de un proyecto de Ley para reducir la tasa del Itbis que aplica al sector hotelero de 18% a 10%, mientras promueve la necesaria transparencia de los montos percibidos por las comercializadoras, y allana el camino a la terminación de los Acuerdos de Precios Anticipados firmados con la DGII.

La industria turística global está percibiendo que del “Quédate en Casa” pasaremos, en una primera etapa, al “Quédate en tu País”, induciendo al turismo interno. En otras palabras, hay que estar lo mejor posicionado posible para participar en el creciente mercado de turismo de proximidad que surgirá cuando la mayoría de los aeropuertos del mundo reabran.

Dado lo anterior, el nuevo Gobierno, con el apoyo del liderazgo político de la oposición, deberá transmitir al Tribunal Constitucional (TC) el sentido de urgencia extrema que reviste la verificación y ratificación de constitucionalidad del acuerdo de pre-autorización o pre-chequeo en el Aeropuerto Internacional de Punta Cana, firmado por los Gobiernos de Estados Unidos y de República Dominicana en el 2017. Lo ideal, incluso, es que este fallo del TC se produzca antes del 16 de agosto.

Este acuerdo permitiría que los turistas norteamericanos perciban sus vuelos a Punta Cana como vuelos locales, lo que nos colocará en una posición ventajosa frente a la mayoría de los destinos turísticos de la región que no disponen de esa facilidad. Punta Cana, Cap Cana, Bávaro, Macao y Miches, donde tenemos el 60% de todas nuestras habitaciones hoteleras, con el acuerdo de pre-chequeo, serían percibidas por los turistas norteamericanos como un destino local, lo que permitiría al país ingresar al creciente mercado de turismo de proximidad que surgirá en los meses post-Covid-19. El Gobierno debería apoyar las iniciativas de nuestros aeropuertos internacionales para acomodar su infraestructura al establecimiento de servicios de pre-chequeo y, de esa manera, acercar la República Dominicana a nuestro principal mercado turístico. Si Bahamas lo tiene en Freeport y Nassau, nosotros podríamos tenerlo en no menos de tres de nuestros aeropuertos internacionales.

Hay que levantar y recuperar al sector turismo. Hay que hacer todo lo que esté al alcance de las políticas y acciones públicas para devolver el dinamismo, en el tiempo más corto posible, a este sector fundamental de nuestra economía. Claro, sin descuidar las políticas para el control de la pandemia.

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