Cada vez que República Dominicana participa en las olimpiadas, los dominicanos experimentamos emociones encontradas, primero por las medallas que alcanzamos a través de nuestros atletas que lo dan todo y un chin más para competir con decoro.
Y segundo por la falta de apoyo gubernamental y las carencias que estos enfrentan durante su proceso de preparación y que salen a relucir post participación, desde pasar hambre, practicar en lugares inadecuados e inseguros y valerse por sí solos para convertirse en lo que son: marcas mundiales.
Vergüenza debe darnos como país que a estas alturas nuestros deportistas continúen pasando tanto trabajo para desarrollar sus habilidades porque no cuentan con esos instrumentos para practicar, pero tampoco reciben las ayudas necesarias a tiempo para lograr sus metas.
Marileidy Paulino, nuestra campeona en París 2024, es un ejemplo y ella misma se encargó de divulgar el viacrucis que pasó para llegar donde está, ganar el oro y romper la marca olímpica en los 400 metros planos. La falta de apoyo oficial la llevó, incluso, a pensar en representar a otro país.
Ella y los medallistas Yunior Alcántara y Cristian Pinales, que lograron bronce en boxeo, colocaron a nuestro país en el medallero olímpico en la posición 56, logrando sobresalir entre países desarrollados que sí apuestan al deporte y cuidan a sus atletas.
La delegación dominicana que participó vale oro, porque se entregó en cuerpo y alma y las limitaciones que tuvieron los competidores y su preocupación por ganar la dotación económica era más bien para comprarle una casa a su mamá y mejorar su situación económica.
El Ministerio de Deportes que, al parecer, no hizo su trabajo, debería prestar más atención a jóvenes con talento que andan por ahí comiéndose un cable, practicando en lugares inseguros y pasando las mil y una.
Se supone que esa cartera cuenta con un presupuesto para gestionar y apoyar a nuestros atletas. Entonces, ¿qué está pasando con eso? ¿En qué se está gastando ese dinero o cuál es el destino que le dan? Cualquiera pensaría otra cosa.
Las inversiones en el área de deportes son muy importantes, porque le abre un abanico de oportunidades a muchos jóvenes con aptitudes hacia los deportes, talentos escondidos que solo necesitan una mano amiga que los guíe, además del acceso a las infraestructuras necesarias para realizar sus prácticas.
Recordemos que el deporte, al igual que la educación, es parte de la vida, es un arte, es una disciplina hermosa, por demás.
Es tiempo de comenzar a valorar a nuestros atletas invirtiendo en ellos, en darle todo lo que necesitan y a su familia directa también. Cada cuatro años se repite la misma historia. La selección va y compite y luego queda en el olvido.
Esta vez, celebramos y lloramos con Marileidy cuando nuestra bandera tricolor fue izada al compás de las notas del himno nacional en un podio olímpico, ante los ojos de millones de personas. ¡Eso es ver la gloria! Gracias Marileidy, gracias, Yunior Alcántara y gracias, Cristian Pinales por representarnos con dignidad y decoro.