Los niños indigentes dominicanos, -cuyos padres no los pueden proteger por la pobreza extrema que los acogota- siguen sin la protección de un Estado indolente.

No sé, y que me corrijan los más sabios de la lengua española, si es correcto llamar al Estado “indolente”. Pero sí creo que el calificativo se les puede endilgar a quienes por decenas de años han sido los principales ejecutivos del Estado.

Es decir, me refiero a los expresidentes de República Dominicana (y que no se excluya al actual mandatario), y a sus ministros -antes llamados secretarios de Estado- que, por ineficiencia o desinterés, no han puesto en práctica las urgentes y necesarias políticas públicas que tengan un renglón que vaya en beneficio de los llamados “niños de la calle”.

Sobre este tema he escrito bastante, aunque nunca las autoridades correspondientes les han hecho caso a esos trabajos publicados en las páginas de opinión del diario elCaribe. Porque ni por enteradas se dan…¡les importa un bledo su contenido!

En abril del 2022, en esta misma tribuna -y repito esta opinión porque la verdad histórica no se puede silenciar- escribí lo siguiente: “Aclaro que cuando cito al Estado, como el gran culpable de la niñez atrapada por la indigencia, no significa que quiero lanzar críticas contra el gobierno de turno. De ninguna manera.

Y preciso que todos los gobiernos que ha tenido República Dominicana, comenzando con el de la férrea dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, son culpables de que el Estado no les haya dado la debida protección a los niños harapientos, pedigüeños, analfabetos y andrajosos; sin educación (hogareña) y que, además, son los futuros delincuentes del país”.

Rafael Corporán de los Santos -y nunca olvidemos tan humanista iniciativa- quiso ir en auxilio de los niños desamparados.

El finado locutor, exitoso productor de programas de radio y televisión, tuvo una singular idea: Crear la llamada Ciudad del Niño cuyo objetivo era por lo menos hacer menos angustiosa la indigencia de los niños de la calle.

Soñó con que se concretara ese proyecto que no tuvo protección del gobierno central, pero tampoco del poderoso sector empresarial privado.

El gran proyecto de Corporán de los Santos, que buscaba crear La anhelada Ciudad del Niño, colapsó. ¡Fue un nati-muerto!

En auxilio de los niños de la calle también fue creado, con cierto apoyo del gobierno, el Conani. Pero esa organización tampoco ha tenido buenos resultados en favor de niños desamparados.

Como la esperanza es “lo último que se pierde”, esperemos que algún día el Estado se conduela (¿?) de la indigente niñez dominicana!

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