Aunque el común de la gente no repare en ello, cuando estamos en el baño suelen surgir muchas ideas y hasta logramos encontrar soluciones a situaciones que parecían no tenerlas. La explicación es sencilla: pensar con claridad implica detenernos.
Es por ello que, ante la creciente violencia que vivimos, situación que nos expone a gran diversidad de peligros, se hace cada vez más necesario y urgente que nos detengamos. Es que la velocidad a que nos llevan impide asociar las conductas violentas con estímulos como el tipo de música o el contenido de los videos o películas que vemos.
Lo real es que cada estímulo recibido por el cerebro genera emociones que son parte de un proceso que incluye conductas y consecuencias.
Es por eso que, antes de que sea demasiado tarde, se impone que hagamos un alto para identificar y rechazar esos estímulos. Definitivamente, para lograr el equilibrio que permite el avance necesitamos detenernos.