Quiero aprovechar la fecha para reiterar un tema y un llamado que hago todos los años en esta época: No más pirotecnia.
En 11 años no se han reportado incidentes de quemados por fuegos artificiales, lo que ha convertido a República Dominicana en un referente para Centroamérica y el Caribe.
Lo anterior muestra el impacto positivo que ha tenido en la población la ejecución de importantes campañas preventivas sobre el tema que han contribuido a concienciar sobre el peligro de manejar inadecuadamente los productos pirotécnicos y la necesidad de respetar las disposiciones de la Ley núm. 340-09 sobre control y regulación de fuegos artificiales.
Para estos fines, el departamento de Control de Fuegos Artificiales mantiene una vigilancia permanente y de hecho ha incautado grandes cargamentos de fuegos ilegales en los últimos años.
Es prudente aprovechar la Navidad para mantener las alertas sobre algo que por mucho tiempo provocó quejas de traumatólogos, oftalmólogos, psiquiatras, pediatras, representantes de la Sociedad de Cirugía Pediátrica, miembros del Colegio Médico, padres preocupados y muchas personas más, manifestaciones que sin duda fueron causa eficiente para que los legisladores tomasen en cuenta los peligros que representan los fuegos artificiales y produjesen una legislación para prevenirlos.
Por ello, desde el 2009 tenemos vigente la citada Ley núm. 340-09 destinada a evitar la fabricación, importación y comercialización ilegal de los fuegos pero también a prohibir y castigar, con sanciones de multa y prisión de seis meses a dos años, el uso de los mismos por parte de personas físicas o morales no autorizadas, es decir, no certificadas formalmente por el Ministerio de Interior y Policía para ello.
Los mal llamados fuegos artificiales son muy reales y tienen el potencial de causar enormes daños. Además, son altamente perjudiciales para personas con hipersensibilidad auditiva (como niños con autismo, que son 1 de cada 40) y afecta a los animales, razones poderosas para sustituir esta práctica por alternativas más bonitas y con menos riesgos.
Aunque para muchos es tradición en época de Navidad, especialmente los días 24 y 31 de diciembre, el uso de estos fuegos no sólo en eventos y actividades públicas, sino también en jardines, patios y calles por parte de niños y sus padres como una forma de entretenimiento, las tradiciones no deben mantenerse sólo por el hecho de que sean tradiciones si se comprueba que las mismas causan perjuicios, y para el caso en cuestión, si hacemos una evaluación de problemas y beneficios en todo el mundo, la respuesta es muy clara.
Por apenas unos segundos de un deleite visual y hasta un poco monótono que puede perfectamente ser sustituido y superado por efectos visuales tecnológicos modernos y que no son susceptibles de hacer daño, con tantas cosas hermosas que ver y que no representan peligro, no vale la pena el alto riesgo al que se expone todo aquel que manipula estos nocivos fuegos.
Hemos mejorado, los esfuerzos han valido la pena y sólo cabe felicitar y exhortar a continuar en ese camino.