Hace unos días oí a su santidad Francisco I hablar de los narcisismo, victimismo y pesimismo, yo agrego solidaridad.
Una persona narcisista, es aquella con un trastorno de la personalidad que se atribuye una importancia excesiva de sí misma, procura atención, demanda admiración, muy difícil para relacionarse y no tiene ninguna conexión con los demás.
Es común encontrarse con personas de este tipo, que entiende que el mundo gira alrededor de ellos y que no existe más nada que el propio yo. Es mucho más complicada la personalidad cuando asume una posición de poder, sin importar en qué ámbito se desenvuelva y entiende que todos estamos por debajo y no acepta que se le difiera en nada.
La persona o grupo victimista, procura la lástima como un método de llamar la atención. El narcisista entiende que todo gira a su alrededor, la víctima entiende que todos están en su contra, se queja de todo, está lleno de pensamientos negativos, sus errores son culpa de otros, manipula y procura nunca resolver los problemas porque son culpa de otros.
El pesimismo viene del latín pessimum, que significa lo peor. Schopenhauer decía que el pesimista es aquel que entiende que el dolor es perpetuo y que nuestro destino es tratar de alcanzar lo inalcanzable. El pesimista se queja de todo, entiende que no hay futuro y generalmente termina denegando de Dios al entender que no es posible que éste haya creado un mundo tan imperfecto.
Pensemos por un momento y me imagino que era la preocupación de Francisco I, que sorprendió a la curia presente en la misa, cuando se refirió a estas tres cualidades tan negativas que están presente en todas las sociedades.
El narcisista, como entiende que todo gira a su alrededor, no piensa en los demás, todo lo que hace es para su beneficio y como es tan presumido de sí mismo, puede hacer cualquier cosa desde mentir, robar, matar, porque entiende que nadie lo puede cuestionar en ese círculo que él se ha se ha creado, donde la relación con otros es incomoda, pero para él es el centro del universo. Estoy seguro de que ustedes se encuentran muchos batracios de este tipo.
El victimista es un personaje interesante que culpa a todos por sus supuestas desdichas. Lo encontramos mucho en las redes, donde culpa a todos por lo que sucede. Los políticos son malos, pero no participa ni vota para cambiarlos; los empresarios no encuentran suficiente con que son el motor de la economía, deniegan del éxito de los que lo han hecho bien y de los que no han sido tan santos con sentimientos de envidia y desprecio. Para éste todos los políticos son corruptos e ineficientes y aunque hay muchos que lo son, hay muchos otros que son ejemplo.
El pesimista, para éste él nunca debió haber nacido en un mundo a punto de terminar, si hace sol no está conforme y si llueve tampoco. Sale de la cama convencido que algo malo le va a suceder y nunca logra desarrollar sus potencialidades, si es que las tiene. El pesimismo va muy de la mano de la envidia, en eso se parece al victimista, que culpa a todos de su fracaso, el éxito de los demás no le genera ningún sentimiento positivo, todo lo contrario, siente envidia por el otro.
Esos sentimientos tienen que ser desechados porque, como decía Francisco I, el hombre no solo vale por lo que produce sino por lo que es y si a los políticos y empresarios no se les ablanda el corazón y trabajamos para erradicar estos antivalores, es muy posible que el mundo nunca pueda salir de las crisis y es momento de solidaridad, no de solidaridad comprometida, la solidaridad de lazos en la comunidad. La verdadera solidaridad está cimentada en el altruismo y el dar a los demás sin esperar recompensa. No es una obligación, es un compromiso moral que en momentos como los que vivimos es más necesaria que nunca.
¡Ojalá la entendamos así!