Hace unos días, la Fundación Francina celebró la segunda edición de su Congreso Internacional de Accesibilidad Urbana. Este año tuvo como invitada a Lucía Bellocchio, quien viajó desde Londres, donde dirige las operaciones de su empresa consultora en ciudades inteligentes, Trends Smart Cities.
En el marco de su visita al país, le realizamos algunas preguntas sobre movilidad sostenible y su impacto en la calidad de vida de las ciudades latinoamericanas.
En primer lugar, tomando en cuenta que la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal) ha destacado en reiteradas ocasiones los niveles de desigualdad en la región, le preguntamos: ¿De qué modo intervienen las estrategias de movilidad sostenible en la reducción de las brechas de desigualdad social?
Lucía, que ha trabajado en la Corte Interamericana de Desarrollo y dirige la especialidad en Smart Cities de la Universidad Austral de Buenos Aires, Argentina, nos dijo: “Primero es importante entender de qué hablamos cuando hablamos de una movilidad sostenible, pues ésta implica que el ecosistema que compone el transporte urbano responda a las necesidades y patrones de viaje de los diversos grupos poblacionales, para conectarlos de manera eficiente con las oportunidades que ofrecen los espacios urbanos, sea educación, salud, entretenimiento, tareas laborales, entre otras”.
Asimismo, Bellocchio especificó: “Para fomentar una movilidad sostenible es necesario contar con una estrategia, con políticas públicas que establezcan el marco de desarrollo.
En este sentido, vemos cómo la movilidad y la accesibilidad son elementos clave para una vida digna y el pleno desarrollo de las personas en las ciudades.
Los sistemas de transporte eficientes, seguros, asequibles y accesibles no sólo promueven la productividad económica y crean puestos de trabajo, sino que pueden aumentar el acceso al empleo, al ocio y a otras oportunidades esenciales que permiten a las personas mejorar sus condiciones de vida, crecer personalmente y laboralmente y salir de la pobreza”.
A partir de esta respuesta, nos pusimos de cara al contexto internacional. Por un lado están los remanentes económicos de la pandemia.
Sólo hay que ver que Europa atraviesa por una situación energética complicada, debido a la guerra entre Rusia y Ucrania, Estados Unidos continúa haciendo esfuerzos para evitar la recesión y en Latinoamérica la inflación es una presencia peligrosa.
Por eso, le preguntamos a Lucía, ¿de qué manera los países de la región pueden invertir en planes de movilidad sostenible sin desatender los temas prioritarios generados por el contexto internacional?
“Estableciendo una visión a futuro. Es necesario comenzar a salir del pensamiento ‘del corto plazo’, donde solo vemos las prioridades con base en las urgencias del hoy. Para ello, es importante entender bien el pasado, el presente y futuro de la ciudad para que las decisiones del ‘hoy’ se alineen con las decisiones del mañana. De esta forma, se consolidan políticas de forma sostenible, que no desatenderán las necesidades del hoy pero que marcarán un rumbo, un norte para que aquello a lo que aspiramos se torne realidad.Hablamos tanto del ‘futuro’ (la ciudad del futuro, la movilidad del futuro, las tecnologías del futuro) que a veces suele perderse de vista que ese futuro son las decisiones que tomamos hoy”, nos contestó Lucía.
Hubo muchas más preguntas que quedaron en el tintero. Pero no quisimos perder la oportunidad de aprovechar que ella mencionó las tecnologías del futuro, a propósito de que hace unos meses, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó un estudio sobre el uso de Bigdata e Inteligencia Artificial en el análisis de la movilidad de algunas ciudades latinoamericanas. El mismo banco está promoviendo otras investigaciones vinculadas al tema.
Así que le preguntamos, ¿de qué modo pueden los gobiernos latinoamericanos aprovechar las innovaciones tecnológicas para acelerar las transformaciones de las ciudades hacia modelos sostenibles de movilidad?
La respuesta de Lucía estuvo dividida en dos partes. Primero: “La tecnología es un punto central en la sociedad del siglo XXI. Tan solo observemos cuánto tiempo del día interactuamos con ellas, sea un celular, computadora, smartwatch, o cualquier otro dispositivo.
Las ciudades hoy tienen que alinearse a los nuevos hábitos y costumbres de los ciudadanos, y dar respuesta con servicios que agilicen y simplifiquen la vida de las personas.
Los gobiernos tienen ya no solo la opción, sino la necesidad de dejar de ignorar todos los datos que la ciudadanía genera, saber analizar esos datos y con base en ello tomar decisiones: diseñar políticas públicas basadas en evidencia, en datos, y así reducir la discrecionalidad”.
Esto en cuanto a la parte interna de los gobiernos y sus formas de operar. Lo segundo estuvo vinculado a la relación con las empresas:
“Hoy, gracias al bigdata se concibe a ‘la movilidad como servicio’ y ello ha hecho que cada vez haya más atención en el ecosistema emprendedor y el mundo de las startups hacia este rubro de la movilidad.
Aparecen así soluciones tecnológicas que ayudan a los gobiernos a mejorar la movilidad. Quizás lo que falte sea un mayor diálogo entre el sector público y el privado para ver cómo ambas partes pueden integrar datos y dar soluciones integrales a los gaps que hoy presenta la movilidad en muchas ciudades”.
En conclusión, no es posible que países como la República Dominicana impulsen una agenda de desarrollo sin atender las demandas de movilidad de la ciudadanía.
Tal y como cerró la conferencia que impartió Lucía en el Congreso de Accesibilidad Urbana, el futuro no es lo que sucederá sino lo que seremos. Y en el contexto actual, esto sólo depende de las decisiones que se tomen hoy.