Esta semana llegó la acusación formal al pelotero de grandes ligas Wander Franco, quien de inmediato fue cambiado de lista administrativa (no juega, pero cobra), a lista restringida (ni juega, ni cobra), por parte de Los Rays de Tampa.
Hasta ese momento recibió la mensualidad de su salario valorado en dos millones de dólares por la temporada, parte de un acuerdo de 182 millones por 11 años, que firmó el 27 de noviembre del 2021.
Ahora jugará un partido para el cual nunca entrenó. Con un equipo de abogados a su lado, no de peloteros, enfrentando a la representación de la fiscalía que tratará de probar la acusación de una relación amorosa con una niña de 14 años, y el pago con dinero y regalos a la madre de la misma, buscando el consentimiento.
Todo comenzó con las redes sociales donde las cosas salieron a la luz pública después de que el propio Wander Franco negara esa relación, y la joven por su lado lo acusaba de romper el vínculo que “supuestamente” tenían.
Desde este escritorio no podemos pronosticar el resultado de ese juego, no podemos decir si saldrá culpable, o inocente, pero independiente a eso, podemos proyectar lo que va a suceder con su gran contrato.
Recordemos que MLB tiene sus propios protocolos de conducta, hace sus propias investigaciones y saca sus propias conclusiones.
Tomemos de ejemplos casos de peloteros acusados de violencia doméstica, que aun salvando sus matrimonios, saliendo bien de los juzgados americanos, tienen que pagar una penalidad al béisbol organizado.
Otro ejemplo es el caso de Trevor Bauer, quién salió bien del juicio que se le hizo por presunto abuso sexual, sin embargo, Grandes Ligas lo sancionó, y hoy está jugando en México.
A mí me gustaría decir que todo le saldrá bien a Wander Franco, pero veo muy cuesta arriba su regreso a las filas de los Rays en Tampa.
Solamente el ser acusado de tener una relación amorosa con una menor de edad, sin hablar de todo lo demás, nos hace creer que ni MLB, ni la sociedad norteamericana lo perdonará.
Espero estar equivocado.