Que República Dominicana llegara a una copa mundial de fútbol en cualquier categoría, es de por sí un gran logro. Es colocarse en una vitrina a la que tienen acceso solo 24 países, entre los 211 afiliados al sistema.
Está claro que nos estamos refiriendo al campeonato sub 20 que en estos días se juega en Argentina, país que no clasificó y se convirtió en anfitrión después de una situación peculiar, el mejor ejemplo del privilegio que vivimos.
Muchos vaticinaron que Dominicana no haría un gran papel, menos después de conocer los rivales obligatorios en la fase de grupo (Nigeria, Brasil e Italia), pero esa es la primera razón para agradecer a Dios, por la audiencia que ellos arrastran, independientemente de los resultados en los juegos.
El mensaje que llegará a todo el planeta es que en República Dominicana se está jugando fútbol, aunque como país nos falte mucho por aprender.
Nosotros, que seguimos por Mendoza en Argentina, estamos conociendo mejor esa cultura. Somos testigos al ver a nuestros jugadores ser recibidos como héroes, por un público que no discrimina nacionalidades, ni resultados.
Después de su primer partido, que resultó en derrota, nuestros muchachos subieron a las gradas para ver el siguiente juego, y la gente no los dejaba caminar saludándolos y pidiéndoles “selfis”. Igualmente sucedió con los de Nigeria.
Al viajar en el autobús, los nuestros van como artistas. Son escoltados por las calles, los vehículos se detienen a su paso y las personas en las aceras toman sus celulares para hacer fotografías, al tiempo que saludan a los jugadores. Algo que disfrutan mucho los seleccionados reaccionando con reciprocidad y alegría.
Esto no sucede porque somos dominicanos, sucede con todos, simplemente porque son futbolistas en un mundial y en este país eso es sinónimo de grandeza.
Pude presenciar algo insólito. Cuando llegó el autobús de Italia al hotel, luego de su triunfo sobre Brasil, una gran cantidad de ciudadanos argentinos se agruparon en la ruta del paso de los jugadores para recibirlos con aplausos y vítores.
En todos los años que tengo trabajando la crónica deportiva nunca he visto algo así en ningún otro deporte. Es más, no creo que en mi amada patria repliquen el hecho con una delegación extranjera llena de desconocidos.
Definitivamente la cultura del fútbol es especial.