Brasil, Italia y Nigeria son los rivales que enfrentará República Dominicana en el grupo “D” del Campeonato Mundial de Fútbol sub-20 Argentina 2023, que se disputará desde el 20 de mayo en el país suramericano.
Muchos han denominado este como el “grupo de la muerte” por tener dos equipos mundialistas y uno de los más fuertes del continente africano. Algunos han dicho que es de la muerte, pero muerte para nuestro país que no pasará de ahí.
La verdad es que la Sedofútbol no la tendrá fácil, pero igualmente creo que es lo que se esperaba. El planteamiento es sencillo. Si quieres estar entre los mejores del mundo, debes esperar enfrentar a los mejores del mundo.
Recientemente esta selección tuvo unos partidos de preparación en España. Allí recibió elogios, aunque perdió en los tres juegos disputados. El que más llamó la atención fue frente a Brasil terminando un gol por cero. Los reportes señalaron a una República Dominicana muy bien parada frente a una selección de tanta tradición como la carioca.
Ante este resultado no faltaron pesimistas con la expresión “tope no es pelea”, restando importancia a la buena actuación de nuestros muchachos, pero para nosotros prevalece lo positivo de una selección que se ha mostrado sin miedo en estos grandes escenarios.
Me gustó mucho el planteamiento que en Alineación Titular, programa de CDN Deportes, nos hiciera Rubén García, presidente de la Federación Dominicana de Fútbol, al respecto. Allí nos habló de la proyección que tendrá nuestra nación cuando juegue esos partidos.
“Nosotros no tenemos idea de la cantidad de persona que nos verá jugando frente a Brasil”, señaló. Eso me acordó cuando fuimos al sorteo donde le salió El Chivas de Guadalajara como rival a Cibao FC cuando Alberto Polanco, gerente del equipo me dijo: “Nos tocó bailar con la más bonita”, refiriéndose a la proyección internacional que recibiría el equipo de Santiago.
Yo me apunto en la corriente de los que piensan que como quiera nuestro país ganará participando en la cita mundialista, aunque no traiga la corona. A los escépticos les digo que debemos ver esta primera participación en un evento de esa magnitud, como la gran herramienta que Dios nos pone en el camino para terminar de despegar nuestro fútbol en una nave con un solo destino… el éxito.