Mi primer artículo de enero suelo dedicarlo a quienes considero los personajes más destacados del año pasado. Es “mi lista alternativa”. Durante 12 meses voy observando y eligiendo, especialmente en lugares sencillos. Es algo muy personal. Lo disfruto.
Resalto que respeto y valoro cuando se promociona en grande la escogencia de los “personajes del año”, donde los elegidos generalmente son famosos y con suficientes méritos para ser galardonados.
Mi lista es breve y tan simple como profunda. Sus nombres no importan, aunque sí sus acciones, tan heroicas como desapercibidas. Son seres humanos, como dice una canción, “desconocidos gigantes, que no hay libro que los aguante”.
-Desde joven se dedicó al deporte, en ese ambiente creció, se desarrolló y murió. Se levantaba temprano a entrenar a sus muchachos. Si alguno no había desayunado, buscaba la manera de alimentarlo. Donde practicaban ni lo esencial había para avanzar, pero su corazón perseverante y su ánimo que promovía el optimismo hacían del ambiente algo espectacular. Defendía a sus niños y jóvenes con uñas y dientes. Les aconsejaba para que fueran buenos en el deporte y útiles en la vida. Formó campeones de la nada. Durante más 50 años se dedicó a los demás y se fue al cielo con lo que vino al mundo, como ocurre a menudo con quienes aman el servicio.
-Nació en un país hermano, pero desde que recuerda ha vivido entre nosotros. Sobrepasa las 7 décadas. No tiene familia. Nadie le da u ofrece trabajo. Anda de construcción en construcción dispuesto a hacer zanjas y levantar fundas de cemento, aunque se le rompan las vértebras; pero siempre escucha lo mismo: “Viejo, aquí no hay nada”. A su edad reconoce que puede caerse y no pararse jamás, porque es diabético, sufre del corazón y no tiene ni para la pastilla de un día. “Que Dios haga su voluntad”, piensa en el ocaso de su esperanza.
-Ella dirige una oficina del gobierno. Su rostro no aparece en los medios de comunicación. Su cargo no es rimbombante, aunque maneja millones de pesos cada mes. Si fuera corrupta, podría hacerse rica en poco tiempo, pero vive de su salario. Actúa con responsabilidad y eficiencia y con eso le basta para ser feliz. La gente buena que la conoce la respeta y lo admira; la que tiene agrietada la conciencia le dice “estúpida”. Su mirada refleja paz y confianza. Ser honesta y cumplir su deber es su verdadera riqueza. Le alegra saber que como ella hay muchos.
Estos son mis personajes del año que nos dejó. No olvidemos que los anónimos, los sin voz, también pueden darnos grandes ejemplos. Valoremos su trayectoria.