El de padres, sin dudas, es un trabajo, por llamarlo de alguna manera, para toda la vida. Comienza un día, en una fecha exacta, pero no termina nunca. Aunque los hijos crezcan y formen sus propias familias, los padres siempre estarán ahí, atentos a cualquier necesidad, para apoyar en medio de las preocupaciones y ofrecer su ayuda y sus consejos para resolver situaciones difíciles.
En la primera etapa de la vida, los padres son todo para sus hijos recién nacidos. Son el apoyo y sostén cuando comienzan a sentir la firmeza del suelo en el cual dan sus primeros pasos. En ese inicio de una nueva aventura, los padres estarán listos a levantarlos y sostenerlos tras cada caída, intentando sus primeras caminatas o al tratar de encontrar el equilibrio en su nueva bicicleta.
La responsabilidad, íntimamente vinculada con el amor más profundo, es la manera más sencilla de poder definir la condición de padres, que es, además, un sentimiento que nos hace mejores personas. Es la única oportunidad de saber lo que se siente amar a alguien más de lo que te amas a ti mismo. Una forma de ir más allá del mandamiento divino que exhorta al ser humano a amar al prójimo igual que a sí mismo.
No es fácil la misión de velar por alguien, que ya en su etapa adulta comienza a cuestionar todo lo que le enseñaste, que siente que lo sabe todo y que tú estás obsoleto, que termina tomando sus propias decisiones, las cuales van diametralmente opuestas a lo que tú le aconsejas, pero que al final, cuando las cosas resultan tal como advertiste que sucederían, eres tú la primera persona a quien recurrirá en busca de apoyo, consuelo y consejo. Un consejo que está vez asegura escuchará.
Muchos padres saben el compromiso que asumen y están claros de que es uno para siempre, pues algunos hijos nunca son lo suficientemente maduros para salir adelante, otros, aunque hayan logrado sus metas y se encuentren bien posicionados, no tomarán ninguna decisión importante sin antes escuchar la opinión de sus padres.
Por la razón que sea, por las diferentes necesidades de sus hijos, los padres siempre serán ese apoyo esencial, ese amor incondicional y la única persona en este mundo a quien le alegrarán tus logros más que a ti mismo y a quien le dolerá tu corazón herido, más de lo que te puede doler a ti mismo.