Esta semana en uno de los noticieros internacionales, ofrecieron la información de un terrible accidente en una carretera interestatal. Un enorme camión, cargado con todo tipo de provisiones había perdido el control y terminó estrellándose contra un muro.
El accidente ocurrió en horas de la tarde, por lo que una gran cantidad de personas se desplazaba por el lugar, tanto a pie como conduciendo algún vehículo.
En el camión accidentado, viajaban varias personas, que se encontraban lesionadas por el impacto.
Algunas de gravedad, otras estaban conscientes se sintieron aliviadas al ver que de inmediato, las personas que transitaban por los alrededores, se acercaban al vehículo. La esperanza de recibir auxilio se esfumó tan rápido como llegó.
Sin importar la gravedad de los heridos, quienes se aproximaron al lugar, en lugar de sacar sus teléfonos celulares para llamar a los servicios de emergencia, comenzaron a grabar la escena, al tiempo de “describir” lo que estaban presenciando.
Sin embargo, lo más asqueante, ocurrió cuando la mayoría de estas personas comenzó a apoderarse de la mercancía que transportaba el furgón accidentado.
No podía creer lo que estaba mirando. Estos desalmados cerraron sus ojos a la angustia y desesperación de los heridos, fueron incapaces de escuchar los gritos de auxilio y gemidos de dolor de quienes se encontraban dentro del vehículo.
Nadie se acercó para ver en que podía ayudar. La vida de los lesionados no significó nada, allí lo más importante era sacar provecho y hacerse de alguna de las cosas que llevaba el camión.
Se ha hecho tan común, grabar, subir a las redes, primero, en vez de ayudar a quien lo necesita, que para algunos esta ya es la norma, una norma que nos va haciendo cada vez menos humanos.
Es imperdonable este tipo de conducta, no debemos acostumbrarnos a esta situación. Es necesario, aunque sea por un instante, ponerse en el lugar de los demás.
Una persona en una situación de riesgo, de dolor, en la que su vida está en peligro, lo único que espera es recibir la ayuda necesaria el momento oportuno.
Es increíble que existan personas que se sientan tan ajenas a situaciones tan cotidianas, tan frecuentes, cosas de las que nadie se puede escapar.
Ojalá que nuestros hijos aprendan más de la empatía y la solidaridad de lo que aprendimos nosotros, para que ellos puedan vivir en mundo un poco más humano.