En su vida, las personas pasan por situaciones horribles, pruebas de fe, de perseverancia, de valor, de paciencia, quien solo se enfoca en lo negativo de esas circunstancias, difícilmente pueda salir airoso. Por el contrario, quienes centran su atención en las oportunidades de esos momentos difíciles, no sólo saldrán victoriosos, saldrán fortalecidos, con experiencia para librar sus propias batallas y ser un apoyo fundamental para otras personas.
Lo mismo puede decirse de la sociedad, ese conjunto de seres humanos que debería siempre pensar así, en conjunto, que siempre debería buscar el bien común.
Sin embargo, lo que se ha visto a lo largo del tiempo es que muchas veces, surgen grupos sociales que se unen para caminar en una misma dirección. Toman una causa y luchan por lo que consideran justo y necesario.
Muchas causas han unido y acercado a personas de distintos estratos sociales desde hace años en la República Dominicana. Grupos que han hecho suya la lucha contra la corrupción, las prácticas deshonestas desde la administración pública, la impunidad, el abuso de poder, el tráfico de influencias y toda práctica desleal que vaya en detrimento de los intereses nacionales.
Lo hemos visto siempre. Aunque en los últimos años es mucho lo que ha logrado la sociedad civil. Lo mejor de todo eso es que la gente ha aprendido a exigir, protestar y exponer sus ideas de manera ordenada y pacífica. Ha sido un aprendizaje mutuo, donde el pueblo, sin importar su clase social, las autoridades civiles y militares, y el empresariado, han entendido que los tiempos han cambiado y que no existe nada más fuerte que la razón.
Antes, era común ver como la gente trataba de exigir lo que entendían eran sus derechos, mediante manifestaciones violentas que eran enfrentadas con mayor violencia por parte de las autoridades.
Escenarios como la UASD, los hospitales, los principales parques y avenidas o simplemente la estrecha calle de un sector popular, se convertían en campos de batalla, pero también de llanto y dolor de muerte.
Hoy, eso ha cambiado, claro, aún falta mucho, pero es importante seguir. Es necesario dejar oír todas las voces, entender que todos tienen derecho a ser y a existir, que las oportunidades deben ser para todos, que para la ley la más fuerte es la razón, que ser tolerantes no es ser especial, es ser justos. Es imposible llegar a un acuerdo sin que haya de por medio un diálogo afable, cordial, respetuoso y sobre todo, sincero.