La semana pasada concluyó con la trágica información de la muerte, a manos de delincuentes, de un menor de nueve años, de nombre Gioser Feliz, quien venía de vacaciones a su país de origen, la tierra de sus padres y abuelos.
El jovencito venía con su padre, Sergio Luis Feliz para disfrutar en compañía de familiares y amigos cercanos del padre del niño.
Padre e hijo llegaban llenos de entusiasmo e ilusiones a pasar unos días “en familia”, disfrutando la belleza de Quisqueya, ese hermoso lugar que el niño solo conocía a través de las historias contadas por sus familiares y por las imágenes que le mostraban o buscaba en las redes sociales, pues era muy pequeño la última vez que vino al país.
Una tragedia, no sólo para la familia y relacionados, sino para todo el país, que por un lado, sigue apareciendo ante el mundo como un lugar inseguro, donde la delincuencia hace estragos y aterroriza a residentes y visitantes.
Aunque, tras la captura de los primeros cinco detenidos por el horrendo crimen, se conociera que todo se trató de un plan orquestado por un amigo, casi hermano del padre del pequeño Gioser, no deja, por las características de los hechos, de formar parte de los hechos delictivos y de la alta criminalidad que azota la geografía nacional.
Sin dejar de llamar la atención de las autoridades, que están obligadas a garantizar la seguridad ciudadana, es justo hacer referencia a la falta de valores, a la deslealtad, casi extinta fidelidad, a la inexistente sinceridad y honestidad con que está viviendo la gente.
Da miedo ver como las personas se clavan unas a otras y por la espalda, el puñal de la traición y lo más aterrador es que lo hacen, al tiempo que le sonríen o lloran en solidaridad con la víctima de su traición.
El hecho de que este “amigo, casi hermano”, llorara y no dejara solo ni un segundo a su devastado amigo, ante la pérdida irreparable de su pequeño, al que mataron, las personas que él mismo contrató para asaltarlo y despojarlo de todo cuanto traía consigo, dice mucho del deterioro e inversión de valores, pero más que nada, demuestra cómo algunos seres humanos le dan al amor y a la amistad el valor de sí mismos y por eso ven en los demás un reflejo de sí mismos.
Es realmente triste y preocupante ver la degradación de las personas.
Hoy, duelen los sueños e ilusione de Gioser, duele el alma de saber que cada vez se le da menos valor a lo realmente valioso y se antepone el dinero a una amistad sincera, del mismo modo que el placer y la aventura, hace años le ganaron la batalla a la virtud y al amor.