Uno de los grandes afanes de las personas, es tratar de verse bien.
Muchas veces, tienen en agenda una actividad para la cual aún faltan semanas y ya están buscando catálogos de moda para elegir la vestimenta que lucirán ese día.
El peinado, los accesorios y el maquillaje deben ir acorde con la ropa elegida. Es todo un proceso, que aunque se cree que es un tema exclusivo de las féminas, con el tiempo cada vez más caballeros se dejan seducir por la moda y le prestan mucha atención a su apariencia física.
Lucir bien, verse elegantes y esbeltos es el ideal de la mayoría de las personas.
Sólo hay que revisar la cantidad de recursos de los que echan mano para sentirse satisfechos con la imagen que les devuelve el espejo.
Los menos extremos hacen dietas, ejercicios, meditación, yoga, largas caminatas, pagan sesiones de masajes, entrenadores personales, se inscriben en programas de entrenamiento de tres y seis meses de duración.
Quienes no apuestan demasiado al tiempo, son más radicales y se someten a una serie de procedimientos quirúrgicos, que muchas veces les cuestan la vida.
Inconformes con su apariencia física, invierten los recursos que sean necesarios para cambiar esos rasgos que les resultan inaceptables, aquellos que ellos piensan que los otros notan y que los harán ser objeto de burlas.
Es común encontrar personas que no estén conformes con su pelo, sus ojos, su forma de cara, su frente, su nariz, sus labios, por finos o por gruesos, su busto, por pequeño o por ser demasiado exagerado, sus glúteos, sus caderas o sus piernas y hasta su color de piel.
Sin embargo, nadie o muy pocos pueden reconocer que no están conformes con su forma de ser y de pensar.
Pocos admiten que sus sentimientos no son los más nobles, pocos tienen la valentía de declarar que su desprecio por otro, que no les ha hecho nada, no es otra cosa que envidia, uno de los peores sentimientos que pueden habitar en el alma de alguien.
Si las personas fueran más autocríticas y sinceras, hace tiempo que existirían los cirujanos plásticos del alma, que se encargarían de remover toda la contaminación que se esconde dentro de los seres humanos, que son incapaces de reconocer las virtudes y talentos de sus semejantes.
Así como las personas se preocupan por ofrecer una buena apariencia física, sería bueno que se interesaran por embellecer los rincones más recónditos de sus almas.