Estar solos, o en soledad, parece lo mismo, pero no lo es. Solas, las personas realizan cientos de actividades, o simplemente deciden no hacer nada. Cada día, miles se quedan solos en la casa, o viajan a sus centros de estudio y de trabajo.
Algunas citas no admiten más de una persona a la vez, es decir, es imprescindible acudir sin compañía.
Para muchos, un momento a solas consigo mismo es el tiempo para crear, pensar, organizar ideas y hasta para hacer planes. Es más, existen personas para las cuales resulta innegociable estar un rato en un espacio abierto, contemplando cualquier paisaje natural, sin escuchar más sonido que el viento, sin más compañía que sus pensamientos, planes, proyectos y preocupaciones.
Aprenden a disfrutar sus espacios y sus tiempos. Unas horas de su agenda les pertenecen solo a ellos, para hacer sus cosas, para darse tiempo. Desean estar un momento a solas. Sin embargo, pese a todo, al final del día regresará a ese lugar donde alguien le espera, allí donde están las personas que comparten su vida, sus alegrías y aquellas preocupaciones e inquietudes que a veces le hacen perder el sueño.
Como se ve, la soledad es otra cosa. Es la parte dura de la falta de compañía. Lo curioso es que quienes viven en soledad casi nunca están solos. Esas personas, muchas veces, son las que siempre desean estar rodeadas de personas.
De hecho, lo están, pero esas personas de su entorno son totalmente indiferentes a sus problemas y necesidades, son incapaces de advertir alguna sombra de tristeza y frustración, incluso, de la muy peligrosa depresión.
En el mundo millones de personas viven en una familia, que incluso, se dan el tiempo para sentarse juntos en la mesa y hasta intercambiar algunas ideas y opiniones, pero se encuentran atravesando la más espantosa soledad. Llegan a una casa donde están sus familiares, pero pocas veces reciben un saludo.
Llegan con el peso de decenas de situaciones positivas y negativas que les han afectado a lo largo de su día, pero que solo compartirán con la almohada, pues en su entorno familiar a nadie le interesa. Eso es vivir en soledad.
Esa es la soledad, saber que el único apoyo con que se cuenta es uno mismo, saber que tus cosas buenas y malas, solo te afectan a ti, y por lo tanto, solo tú debes enfrentarlas y tratar de resolverlas.
Soledad es sentirse perdido aún en el reducido espacio de las cuatro paredes de tu habitación.