Muchos bienes son apreciados por las personas y es bien sabido que algunos llegan hasta a lo impensable para obtenerlos o mantenerlos.
Las personas se desgastan, trabajan sin descanso, buscan alcanzar los objetivos de sus aspiraciones, pero en el camino, es más lo que pierden.
Otros, los menos honestos, llegan a cometer los actos más ruines para tener una vida de lujos y comodidades, aún a riesgo de perder lo más valioso.
La tranquilidad financiera, la independencia económica, con el pasar del tiempo se han transformado en la mayor aspiración de los seres humanos, lo que los ha llevado a dejar de lado, lo verdaderamente importante, aquello que no se compra, que es invaluable, pero no lo notan hasta que es demasiado tarde.
Es lo ideal, tener las necesidades básicas cubiertas y si además se dispone de un extra para algún que otro placer, es aun mejor. Lo que no se debe es pasar por encima de los valores y de los afectos para alcanzar una buena posición económica o para lograr lo imposible.
Siempre dependerá de la situación de cada cual, para establecer sus prioridades, para determinar sus posesiones más valiosas.
A veces, quien menos tiene, más valora, y también suele apreciar lo que es en verdad importante.
Sin embargo, aquellos que más poseen, van perdiendo el sentido de lo que realmente vale y nunca están conformes con lo que tienen.
Siempre quieren más y cuanto más obtienen, menos le parecerá.
La gente ha colocado en el centro de su existencia, el dinero, las posesiones, el lujo y cuantas cosas materiales existan y han olvidado que en la persecución de esas cosas se va dejando atrás el mejor tiempo de sus vidas, no se dan cuanta que mueren un poco cada día, que en cada afán se les escapa un valioso aliento, que jamás regresará.
Luchando por hacer dinero, pierden el mejor tiempo junto a sus seres queridos.
En el tenaz esfuerzo por destacarse y obtener reconocimiento, se van convirtiendo en un extraño para los demás y también para sí mismos.
Algunos logran todo eso y mucho más, pero es más grande la frustración del arrepentimiento, al darse cuenta que en su afán por lograr, alcanzar, destacarse y construir, han destruido sus vidas.
Cuando vienen a notarlo, su salud está tan afectada que ya no tienen ni el tiempo ni el dinero suficiente para recuperar la salud y con ella, el bien más preciado que por mucho y por todo, siempre será la vida.