Algunas personas se pasan la vida evocando tiempos y momentos que ya pasaron y que, por lo tanto, jamás volverán.
Es una constante escuchar y, alguna que otra vez, escucharnos decir que un tiempo en el pasado, fue: “Mi mejor momento”.
No es extraño que al mirar alguna imagen de nosotros en la que lucimos atractivos, en la que nuestra mirada refleja alegría y bienestar, nos traslademos a ese tiempo de nuestras vidas y es muy posible que entendamos que para entonces vivíamos nuestro mejor momento.
Es muy común que al atravesar por situaciones difíciles hagamos comparaciones con nuestro antes y después. Sobre todo si no hace mucho todo iba marchando de maravillas, no habían mayores dificultades, ni complicaciones, sentíamos que todo estaba bajo control, que teníamos la capacidad de resolver cualquier situación que se nos presentara.
Es complicado, pero siempre, por más dura que sea la prueba, durante el tiempo en que la afrontamos hay algo positivo, algo que un día nos llevará a anhelar ese momento.
Es así como en los días de mayor tristeza y sufrimiento, conocemos a los verdaderos amigos y es la oportunidad para apartarnos de los no tan sinceros.
Es cuando la fortuna deja de estar de muestro lado, cuando entendemos quiénes están de más en nuestras vidas.
Es así el amor, que solo conocemos el verdadero, cuando a pesar del tiempo, de las heridas, del dolor que nos causa y que causamos, de los momentos que parece transformarse y hasta llega a parecerse a su antítesis, cuando algún padecimiento le arrebata su belleza y opaca su brillo, éste te sostiene con más fuerza, como para no dejarte caer en el abismo de tu tristeza y tu falta de fe.
En lo personal, creo que nuestro mejor momento es ahora, es hoy.
El mejor momento es despertar cada mañana con la certeza de que tenemos la capacidad de amar y ser amados.
Mi mejor momento es el hoy y el ahora.
sí es y así será, sin importar los retos de cada día, el solo hecho de disponerme a enfrentarlos con coraje y entusiasmo me hace sentir inmensamente privilegiada.