En las diferentes etapas de la vida de los seres humanos, existen distintas prioridades. Es así.
De esa misma manera existen intereses y actividades distintas.
La edad, en muchas circunstancias, determinará los gustos y aficiones de cada uno.
El momento de la vida dictará qué es lo más importante y valioso, aquello por lo que vale la pena luchar.
En la primera etapa de la vida, la infancia, lo más importante es contar con el calor y la cercanía de los padres, en especial de la madre, que es quien proporciona los cuidados desde los primeros días del nacimiento.
Un bebé, indefenso y solo, sin nadie que lo alimente difícilmente podría superar un par de días de vida.
En ese tiempo, el abrigo de los padres es vital.
En la niñez, en edad preescolar y en los primeros años de escuela, los seres humanos aman jugar sin parar, lo más importante son los juguetes, el lugar más anhelado es el parque y el sueño es terminar el paseo de cada tarde con un delicioso helado.
La prioridad es tener cuantos juguetes puedan.
En la adolescencia, la rebeldía y el llevar la contraria, se convierten en ley de vida y en el único modo de vivir.
Romper con todo patrón impuesto o sugerido por los padres es el objetivo de cada día.
Rebelarse contra la apariencia física que los asocia a sus progenitores, es una meta que tratan de alcanzar con esfuerzo cada vez que se cortan o tiñen el cabello.
En la edad adulta, cuando se pasa de hijo a padre, se entienden tantas cosas y se aprende a pedir perdón por todo aquello que antes hicieron los padres por ellos, por su bien y que ellos veían como un fastidio.
En esta etapa, la prioridad es la familia propia, poder suplir a los hijos de lo necesario, tratar de impedir que escojan un mal camino.
Lo más importante es sentirse cerca de sus hijos y que sus hijos se sientan cómodos con su cercanía.
Para los adultos mayores el calor de la familia, de los hijos y sus nietos es la mayor recompensa a sus años de amor, cuidado y dedicación.
La prioridad es despertar cada día y sentir que tanto esfuerzo no fue en vano.
En cada momento de la existencia es necesario tener claro qué es lo más importante, aquello que representa la felicidad y luchar por conseguirlo.