Ser libres, para muchos, es poder ir de un lugar a otro cuando uno lo desea, sin tener que preguntar a nadie, sin tener que esperar por el permiso de otros.
Para otros, libertad es poder expresar sus ideas y sentimientos. Algunos consideran que ser libres es cuando las personas pueden expresar sus opiniones sin que nadie les diga lo que deben callar, ni les otorguen licencias para lo que pueden decir.
Libertad es una palabra que, como muchas otras palabras, va a adquirir su significado real, de acuerdo al contexto o la situación en la que se aplique. Es así como para los recluidos en un centro de corrección, ser libre se reduce a una puerta de salida. Salir, volver a su vida, regresar a su “yo” anterior.
Pero, el ser humano atraviesa diversos estados de prisión, aunque pueda transitar por todas partes cuando quiera y como quiera. Aunque pueda expresarse sin censura, aunque no tenga que pedir permiso, ni esperar el visto bueno de nadie para hacer lo que le apetece.
Sin olvidar que cada individuo es cuerpo y alma, que, por lo tanto, debe enfrentar a lo largo de su vida situaciones que pueden afectarle en uno y en otra. A veces el armazón que es la parte visible de lo que somos, se encuentra en perfectas condiciones. No existe un solo detalle que no luzca cuidado con esmero y dedicación. Y es que cuidar la imagen, tanto para hombres como para mujeres se ha convertido en una prioridad en cualquier sociedad.
Sin embargo, muchas veces, muy dentro esa persona se siente atrapada, sin salida, desesperada por encontrar una pequeña luz al final del túnel para correr sin frenos hacia ella, sin importar lo que haya más allá, pues de seguro nada será peor que lo que está sufriendo ahora.
Es muy triste, pero muchas veces, quien vive esta agonía, es precisamente la persona a la que todos ven sonreír cada día, bien arreglada, con palabras amables para todos a su alrededor, incluso, alentando a otros a seguir adelante y a vivir su vida con alegría y optimismo.