Muchas veces he recibido la llamada de lectores que se sienten identificados con las líneas de esta columna y algunos temas específicos que hemos abordado.
Un caso a citar es el de una columna que titulé, “Niños de nuevo”, la cito de forma especial, porque esta vez, quien me hizo el honor de llamarme para manifestar lo mucho que le había gustado y cómo se identificaba con su contenido, fue una adulta mayor. Fue su hijo, Juan, quien le marcó el teléfono y antes de comunicarme con ella, me dijo que su madre siempre lee la columna, que el café del lunes se lo toma leyendo mis escritos y que aunque siempre le había manifestado su deseo de conocerme o al menos conversar por teléfono, ese día su petición fue más vehemente, pues Juan tuvo que llamar a la central de este diario para comunicar a su madre conmigo.
La cito a ella, aunque en verdad recibo muchas llamadas para expresar diversas opiniones sobre los escritos que publico en este espacio.
Opiniones que valoro y agradezco en lo más profundo de mi corazón pues es un tiempo valioso que me regala cada uno.
Esa fue la primera de muchas veces que doña Cora, como solo la llamamos sus amigos, y yo, conversamos. Un largo tiempo pasó y no volví a saber de la querida Cora.
Muchas personas, a través de las redes sociales, el correo electrónico y llamadas telefónicas se comunican conmigo para comentar algún escrito. A todos ellos les agradezco el favor de su atención.
Un día, a raíz de una publicación sobre el dolor que nos causaba a los hijos ver envejecer a nuestros padres, y otro más acerca del profundo dolor que produce la pérdida irreparable de un ser querido, recibí otra vez la llamada de mi amiga Cora.
Conforme a sus palaras, esos escritos habían tocado su alma.
Ella aún lloraba la partida de su amado esposo, el padre de sus hijos. El gran amor de su vida.
Desde entonces, siempre que podemos conversamos.
Me incluye entre sus amigos y me honra cada vez que me dice que mis escritos le acompañan su cafecito de la mañana de cada lunes.
Hoy, el artículo es para Cora y en su persona para todos aquellos que me regalan un poco de su valioso tiempo para leer estas líneas. Gracias querida Cora. Gracias amigos lectores.