Respetar el derecho de los demás es, como dijera Benito Juárez, la paz.
Es vivir y dejar a los otros vivir en paz, sin problemas, sin conflictos, sin tener que luchar para que unos permitan expresarse a los otros.
Entender que cada quien es diferente y por lo tanto prefiere o difiere de los demás, aun en aquellas cosas que la mayoría entiende como lo mejor o lo peor.
Saber que todos no pueden, ni están en la obligación de actuar y pensar como nosotros, nos coloca en el camino correcto hacia la comprensión y el entendimiento de que cada quien es libre de defender y luchar por lo que quiere y entiende es lo mejor.
Que alguien no esté de acuerdo contigo en algo, no significa que esa persona sea tu enemigo, tu oponente en una guerra de ideas o de convicciones.
Es solo que para esa persona, lo que tú entiendes es la mejor solución, solo complicaría más las cosas, y por eso prefiere una salida diferente.
Cada persona tiene un punto de vista distinto para una misma situación y eso debe estar claro y no debe ser motivo para enfrentamientos o tratar de desechar las ideas de los demás solo por que no coincidan con la nuestra.
No es justo, ni tampoco es inteligente.
Con una actitud de rechazo a todo aquello que no nos complace, muchas veces perdemos grandes oportunidades.
A veces los puntos de vista y las opiniones de los demás sirven para fortalecer las nuestras y en otras ocasiones, son definitivamente más eficientes que las nuestras.
Si al final eres de las personas que no dan su brazo a torcer y no sigues más consejos que los propios, al menos permite que los demás se expresen con libertad, que expongan sus razones, que manifiesten sus desacuerdos.
Todos tienen ese derecho y esa libertad.
Del mismo modo que algunos no aceptan injerencia de otros, de ese mismo modo deben hacerse a un lado cuando esos otros toman sus decisiones y emprenden sus acciones.
Respetar a los demás es el primer paso para también ser respetados.