Nada se esfuma más pronto que el tiempo. Algunos dicen que el bueno, es aun más veloz en terminarse.
Sin embargo, la buena racha, como aquella que no lo es tanto y que rezamos para que termine, en su momento, también terminará.
Las etapas de la vida, como tales, tienen fecha de caducidad.
Se terminan aquellas que atesoramos, pero también aquellas que deploramos.
Concluyen esas que no quisiéramos volver a repetir, pero también lo hacen las que quisiéramos eternizar, como una tarde en el parque caminando de la mano de tus padres o ese día en la víspera de un viaje de vacaciones con tus hermanos.
Pasa y nunca más regresa, el día más feliz de tu vida, pero también lo hace, aquel que sin dudas quedará en nuestra memoria como el más triste de nuestras vidas.
El tiempo corre, se va, nos deja tan rápido como llega. De nada vale tratar de detenerlo. Tampoco Podemos hacer que se vaya cuando así lo queremos. Es un ciclo, es su espacio y no transige. No espera, ni se anticipa. Llega cuando decide y se marcha cuando lo desea.
No importa lo mucho que desees eternizar el momento. No importa la desesperación por acabar con una situación que nos quita la paz y la felicidad. Su presencia nos acompañará hasta que el tiempo se agote. Es voluntarioso y no escuchará súplicas para que se quede, pero tampoco lo hará para que se marche.
Así se marcha. Sin mirar atrás, sin pensar las cosas que destruye, la distancia que le impone a algunos. Se va, y con él también se van aquellas personas que más amamos, las cosas que nos hacen más felices.
En su acelerada marcha, se olvida de llevarse consigo el dolor y la tristeza de la soledad. No le importa arrebatarnos las últimas fuerzas de la juventud, no se detiene, al menos, para darnos un consuelo cuando en su alocada carrera, se lleva de encuentro a nuestros seres queridos.
No le importa dejar sus huellas en nuestra piel, ni hacernos cambiar el paso por el peso que nos deja en la espalda la suma de sus días.
De él, lo he dicho antes, lo mejor es que se acaba, cuando no nos es favorable y lo peor es precisamente que se acaba cuando más felices nos sentimos.
Bueno o malo, favorable o no, el tiempo es un espacio breve, demasiado breve, aun cuando estemos sufriendo y deseemos voltear la página y más cuando estamos tan felices que quisiéramos eternizarlo, el tiempo siempre anda de prisa, demasiado de prisa